Afronte su miedo a quedarse obsoleto
por Ron Carucci

Walt es un alto ejecutivo que depende de un CEO al que he entrenado durante años en un gran fabricante de piezas para automóviles. Estábamos en la cafetería de la empresa para una de las reuniones del CEO, en la que entregaba los premios al logro de ese año. Mientras entregaba el premio al logro en innovación a un equipo de jóvenes científicos que habían conseguido una importante patente para la empresa, me di cuenta de que Walt tenía una mirada lejana. Le pregunté en qué estaba pensando. Me respondió: “Recuerdo la patente por la que gané ese premio como si fuera ayer”. En realidad había sido 15 años antes. Le pregunté qué sentía al ver cómo el premio recaía en jóvenes científicos que habían crecido en una época de la industria automovilística tan diferente a la suya. Su respuesta me dejó atónito. En tono hosco, se limitó a decir: “Descartado”.
Más tarde le pregunté al CEO si había notado que Walt estaba pasando apuros últimamente. Me dijo: “En los dos últimos años, no para de hablar de sus buenos tiempos. Tiene muchos años buenos por delante, pero succiona la vida de todas las salas en las que está con nostalgia y dando a todo el mundo un recorrido virtual por sus grandes éxitos. Por respeto, la gente le escucha, pero resulta irritante para el equipo”.
Walt no está solo en su angustia. Profesionales de todo el espectro profesional tienen momentos en los que temen estar ya obsoletos, o llegar a estarlo. Un estudio de 2021 de PwC reveló que casi el 40% de los trabajadores temen que sus empleos queden obsoletos dentro de cinco años. Para los trabajadores más jóvenes, los trabajadores de color y los trabajadores con salarios más bajos, el temor es más agudo: Según otra encuesta, una cuarta parte de ellos teme que la IA convierta sus empleos en obsoletos. El FOBO -miedo a quedarse obsoleto- ha ido en aumento entre los trabajadores estadounidenses.
A diferencia del ataque ocasional de duda sobre uno mismo, temer la obsolescencia significa que cuestionamos fundamentalmente nuestro significado profesional. Y cuando esa parte de nuestra identidad se siente amenazada, puede tener un impacto perjudicial en nuestra salud mental, nuestra sensación de alegría y nuestra capacidad para participar en relaciones profesionales significativas. Peor aún, cuando exageramos el miedo, éste crea distorsiones cognitivas de nosotros mismos, de los demás y de nuestro entorno que pueden llevarnos a las peores versiones de nosotros mismos. Walt no tenía ni idea de lo desesperado de afirmación que parecía ante sus colegas, ni de lo molestos que se habían vuelto con su comportamiento.
Tanto si se encuentra al principio de su carrera y se enfrenta a toda una vida de disrupciones tecnológicas y económicas, como si está más avanzado y se cuestiona su futura relevancia para el mundo, los sentimientos de obsolescencia no tienen por qué sumirle en el miedo o la inutilidad. La cuestión no es cómo evitar estos sentimientos, sino más bien cómo detectar las pruebas de que los está teniendo y abordarlos de forma sana y honesta.
Atento a los síntomas
En primer lugar, busque señales de que está luchando contra el miedo a la obsolescencia:
Comportamiento de búsqueda de atención
Manténgase alerta ante las formas en que el miedo a la irrelevancia puede tentarle a compensar en exceso llamando la atención sobre sí mismo. Puede que se inserte o consuma demasiado tiempo de antena en las conversaciones para reforzar un sentimiento de autoimportancia. Los profesionales más jóvenes pueden nombrar o adornar sus conocimientos sobre las tecnologías más recientes para señalar superioridad e intimidar a sus compañeros. Los profesionales más avanzados en su carrera, como Walt, pueden hacer excesivas referencias a logros pasados para reforzar su credibilidad ante quienes temen verlos como anticuados. Temer la obsolescencia puede inducirnos a volvernos muy egocéntricos.
Soñar despiertos con éxitos futuros o “bises” potenciales
Cuando nos sentimos ansiosos, el atractivo del comportamiento disociativo es fuerte. Queremos cambiar la realidad que nos rodea por algo más emocionante y esperanzador. Los profesionales más noveles pueden fantasear con éxitos y galardones futuros, mientras que los más veteranos pueden imaginar “bises” para resucitar éxitos pasados.
Para ser claros, no hay nada malo en soñar despierto de vez en cuando con lograr algo importante o querer repetir un éxito pasado. Pero cuando esa ensoñación se convierte en una preocupación malsana, que le hace sentirse inseguro sobre su valor profesional, es señal de que puede estar en juego un miedo subyacente a la obsolescencia.
Ser hipervigilante
Cuando dudamos de nuestra importancia, puede ser fácil proyectar esos sentimientos en los demás y suponer que nos consideran irrelevantes. Si se encuentra excesivamente sensible a las críticas legítimas, especulando sobre si los demás cuestionan su valor o en alerta constante ante señales que confirmen sus temores a ser marginado, es muy probable que esté temiendo la obsolescencia. Esto también puede manifestarse como sentirse instintivamente amenazado por el cambio, como la introducción de nuevas tecnologías que no conoce o la llegada de nuevos talentos con habilidades que no posee.
Establecer comparaciones malsanas
Cuando nos sentimos inseguros de nuestro valor, es habitual hacer comparaciones con otros que tememos que se consideren más relevantes. La comparación puede ser una forma saludable de aprender de los demás si la utilizamos para calibrar con precisión nuestros puntos fuertes y nuestras oportunidades. Pero cuando esas comparaciones están provocadas por nuestros temores de inferioridad, se vuelven destructivas.
Esto puede llevarnos en dos direcciones. Podemos utilizar el éxito y el talento de los demás como arma contra nosotros mismos, condenándonos a la inevitable obsolescencia que tememos. O podemos volvernos desdeñosos y condescendientes con las habilidades y logros de los demás para inflar nuestro sentido de relevancia.
Sustituir su miedo
Si sospecha que le persiguen miedos más profundos a la obsolescencia, he aquí algunas formas de empezar a liberarse de ellos y reclamar su agencia, independientemente de dónde se encuentre en su carrera:
Haga un inventario honesto de sus talentos únicos
Cuando nos sentimos inseguros sobre la relevancia de nuestras habilidades, resulta demasiado fácil verlas a través de lentes distorsionadas, ya sea inflando en exceso sus méritos o infravalorándolos. Reúna pruebas tangibles de sus contribuciones a través de los comentarios de sus colegas y averigüe qué creen ellos que hace que las suyas tengan un valor único. Pregunte a los expertos que respeta sobre qué capacidades debería centrarse en reforzar para que sigan siendo valiosas y relevantes en el futuro.
Céntrese en las capacidades que la tecnología nunca podrá sustituir
En el caso de los empleados de carreras anteriores, especialmente preocupados por tecnologías como la IA y la robótica, no intente superar su productividad o sus poderes analíticos. En su lugar, apóyese en capacidades humanas como la empatía, la curiosidad y la resiliencia. Como afirma Tomas Chamorro-Premuzic de forma tan elocuente: “Puede que no sepamos cómo serán los trabajos del mañana, pero podemos asumir con seguridad que cuando las personas sean más curiosas, emocionalmente inteligentes, resistentes, motivadas e inteligentes, por lo general estarán mejor equipadas para aprender lo que se necesita para realizar esos trabajos y proporcionar cualquier valor humano que la tecnología no pueda sustituir.”
Honrar los días de gloria y guardar en cajas los trofeos
Para aquellos que más tarde en sus carreras se aferran a pináculos pasados de grandeza, honre lo que ha logrado - y déjelo ir. Su obsesivo enfoque en el pasado puede estar impulsándole hacia la misma obsolescencia que teme. Embale los proverbiales “trofeos” que sigue mirando con nostalgia y mire hacia delante. La intersección de la nostalgia y la relevancia es una encrucijada que le obliga a elegir una u otra. No puede tener las dos cosas. La nostalgia puede hacer que le inviten a compartir sus reflexiones en una cena profesional, pero no va a conseguir que le asignen los últimos proyectos de alto perfil. Tanto si tiene cinco como quince años por delante, no se centre en cómo revivir éxitos pasados. Cuanto más perciban los demás que se aferra a ellos, más pruebas estará dando de que sus mejores días han quedado atrás.
Aproveche las nuevas oportunidades para estirarse
Demostrar la capacidad de aprender cosas nuevas es una de las señales más fuertes que puede enviar al mundo sobre su relevancia. Es más, mantiene la confianza en su capacidad para adaptarse a las condiciones cambiantes, independientemente de la etapa de su carrera. En lugar de ver el cambio inminente como una amenaza para su relevancia, pregúntese: “¿Qué podría estar invitándome a aprender esta incertidumbre?”. Aunque los humanos no somos fans naturales de la incertidumbre, ésta crea oportunidades.
Si se encuentra en una etapa temprana de su carrera, ofrézcase voluntario para participar en proyectos que crea que representan el futuro de su empresa, aunque sólo sea como observador. Supervise sus narraciones internas sobre lo que está experimentando y preste mucha atención a los síntomas comentados anteriormente, especialmente la comparación malsana, la desestimación o el autodesprecio. Manténgase centrado en sentir curiosidad, fascinación y ganas de aprender.
Si está más avanzado en su carrera, busque formas de utilizar su experiencia para desarrollar a los demás. ¿Dónde puede ser el “estadista veterano” cuya sabiduría puede beneficiar a otros que vienen detrás de usted? Tenga cuidado de no limitarse a conseguir un público con el que compartir historias de triunfos pasados. En su lugar, desarrolle nuevos músculos de tutoría y enseñanza que transfieran amablemente conocimientos a los demás - y a cambio le permitan a usted aprender algo nuevo también. Muchas empresas están preocupadas por la pérdida de conocimientos institucionales a medida que los profesionales experimentados abandonan el lugar de trabajo. ¿Cómo puede ayudar a codificar la sabiduría más importante de su empresa para beneficiar a los futuros empleados?
Frenar el derecho y centrarse en la contribución
Un posible efecto secundario desagradable de temer nuestra obsolescencia es el derecho. Los profesionales que inician su carrera pueden volverse petulantes e insistir en que se les asignen tareas y oportunidades para brillar. Pueden estar resentidos con los profesionales de carreras posteriores a los que consideran que “bloquean” sus oportunidades de ascenso. Por el contrario, los profesionales titulares sienten que se han “ganado” el derecho a ser considerados importantes simplemente por su trayectoria. Puede que les moleste que los talentos recién llegados no se hayan ganado su derecho a asumir retos mayores que les corresponden por derecho.
Este conflicto entre legado y potencial es contraproducente. Ambas versiones del derecho dejan mal sabor de boca a los demás, y la ironía es que sin el uno ni el otro, ni el potencial de los profesionales más jóvenes ni los legados de los más veteranos se hacen realidad.
Sustituya cualquier atisbo de tales sentimientos por un compromiso genuino de servir y contribuir a través de las generaciones. Independientemente de en qué punto de su carrera se encuentre, mantenga una postura de humildad y busque amablemente oportunidades para ayudar a otros a brillar. Algunos de los factores más importantes que hacen que los profesionales sigan siendo relevantes en cada etapa de su carrera es que los demás lo consideren un placer trabajar con él, un gran colega del que aprender y alguien que se preocupa sinceramente por el éxito de los demás.
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En cada etapa de la vida, todos anhelamos sentirnos significativos, saber que nuestra singularidad importa en el mundo. Cuando ese anhelo se siente existencialmente amenazado por fuerzas ajenas a nuestro control -como el paso del tiempo o la llegada del cambio- puede sumirnos en una crisis de identidad que distorsiona amargamente nuestro sentido de lo que somos y extingue nuestra creencia en lo que esperamos llegar a ser.
Sin embargo, muchos profesionales en todas las etapas de su carrera encuentran formas de seguir aprendiendo, adaptándose y contribuyendo. Dada esa verdad, entonces, la obsolescencia no es un resultado, sino una mentalidad. Cuando nuestro miedo a ella se impone a nuestra convicción de que siempre tenemos más que ofrecer, no “nos quedamos” obsoletos, sino que nos relegamos a ella. La obsolescencia no es el resultado de perder nuestra utilidad percibida. Es la consecuencia de perder nuestra humanidad y agencia. Acepte que su mayor relevancia para el mundo no consiste simplemente en tener las habilidades más punteras. Mucha gente con la que nadie quiere trabajar las tiene. En lugar de eso, acepte su relevancia como la suma total de todas las formas en que puede permitir a los que le rodean mantener y saborear su importancia. Centre ahí su atención y nunca tendrá que temer la obsolescencia.
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