Si quiere liderar, domine esta habilidad
por Dina Denham Smith

Si alguna vez ha preguntado a un alto dirigente o a un mentor qué se necesita para ascender a la dirección ejecutiva, lo más probable es que su respuesta haya incluido la “presencia ejecutiva”, además de la oportunidad, la experiencia, la red de contactos y la confianza. La autora Sylvia Ann Hewitt la describe como “el eslabón perdido entre el mérito y el éxito”, y una combinación de confianza en uno mismo, aplomo y autenticidad que repercute en su capacidad de inspirar confianza en los demás para que crean en usted y le sigan.
Suena bastante sencillo, ¿verdad? Pero lo que no está tan claro es cómo desarrollar exactamente la presencia ejecutiva. Comentarios como: “Tienes que trabajar tu presencia”, suelen ser turbios y difíciles de descodificar, sobre todo si es la primera vez que dirige o acaba de empezar su carrera.
Mi cliente, Nathan, pasó recientemente por esta experiencia. Varios meses después de incorporarse a una nueva empresa, se sintió sorprendido y confuso cuando su jefe le dijo que tenía que “subir el nivel de su presencia”. Cuando indagó un poco más, se enteró de que su equipo le consideraba “demasiado informal” y eso le estaba haciendo perder credibilidad.
Aunque nunca haya recibido comentarios de este tipo, merece la pena que considere la impresión que está causando en los demás, a través de su actitud, su lenguaje corporal y su confianza (todo su ser, en realidad).
Como profesional, se le juzga tanto por su presencia como por su rendimiento. La gente se forma una impresión de los demás a los pocos segundos de conocerlos. La verdadera pregunta, por tanto, no es si creará una impresión, sino más bien, ¿creará la que desea?
La buena noticia es que cualquiera puede crear presencia ejecutiva. Con un poco de esfuerzo, usted puede mejorar la suya.
Confíe en los comentarios
Empiece por solicitar activamente opiniones sobre su presencia. Especialmente si dirige, o aspira a hacerlo, es esencial comprender su impacto en los demás.
Haga preguntas como éstas a su jefe, a sus subordinados directos, a sus colegas y a sus mentores:
- ¿Cómo describiría (brevemente) mi estilo de presencia?
- ¿Cuál es su percepción general de mí?
- ¿Qué puedo hacer para comunicarme con más impacto?
Puede crear una encuesta anónima y enviarla a contactos de confianza para obtener respuestas sinceras, o celebrar reuniones individuales con amigos íntimos y colegas. En particular, pedir a su jefe este tipo de comentarios será una señal de su interés por su crecimiento profesional y el desarrollo de su carrera.
Si ha cambiado recientemente de función o de empresa, estas preguntas también pueden ayudarle a sintonizar con la percepción que los demás tienen de usted, así como con las expectativas de su nuevo puesto.
Sintonice con su forma de comunicarse
Su presencia está inextricablemente ligada a cómo se comunica, no sólo con palabras, sino también con su comportamiento no verbal. Todo lo que dice y hace envía un mensaje.
Por lo general, querrá ser claro, conciso y proyectar un aura de confianza y orientación a la acción. Por ejemplo, en lugar de decir “Me pregunto si…” diga “Yo lo veo así, basándome en X, Y, Z”. Cuando se comunique con audiencias de más alto nivel, pregúntese: Si se van al cabo de dos minutos, ¿qué quiero asegurarme de que entienden? Estructure su comunicación de forma que su recomendación o conclusión sea lo primero, y después añada análisis y detalles según sea necesario.
Más allá de las palabras que elija, considere cómo utiliza su voz y los comportamientos no verbales que la acompañan. ¿Hace un buen contacto visual, proyecta su voz y se mantiene erguido? ¿O habla en voz baja o desvía la mirada? ¿Viste de forma que se adapte a la situación y a la imagen que quiere proyectar? Su voz, sus comportamientos no verbales y su aspecto forman parte de su mensaje y contribuyen a su presencia, así que sea auténtico consigo mismo, pero también con el tipo de líder que aspira a ser.
Para ser más consciente de su estilo de comunicación, pida a colegas de confianza que le observen en una reunión y que le den su opinión inmediatamente después. Si le proporcionan un feedback totalmente positivo, agradézcaselo y luego pregúnteles: “¿Qué dos cosas podría hacer de forma diferente la próxima vez para ser más impactante?”
Cuando tenga que hacer una presentación, considere la posibilidad de que un colega le grabe en vídeo o se grabe a sí mismo en Zoom. No hay nada como verse a sí mismo en cámara para resaltar aspectos de su comunicación que podrían distraerle o mermar su mensaje. También puede que se sorprenda gratamente al ver que el nerviosismo que siente en su interior no se manifiesta en el exterior.
Experimente con nuevos comportamientos
Basándose en la retroalimentación recibida, elija uno o dos comportamientos que fomenten la presencia para ponerlos en práctica. Por ejemplo, si le han dicho que a menudo parece nervioso en las reuniones, podría practicar comportamientos que denoten compostura, como hacer más pausas al hablar y mantener el cuerpo más quieto. También podría observar a un líder que admire y que sea el dueño de la sala cuando habla. Estudie lo que hacen para ser tan eficaces y pruébelo.
Aunque los nuevos comportamientos pueden resultar incómodos al principio, no deben ser del todo inauténticos. Su presencia debe basarse en su autenticidad, porque la gente puede oler un fraude a kilómetros de distancia. Y ser percibido como falso o poco sincero perjudicará el desarrollo de su carrera.
Proyectar un equilibrio entre calidez y competencia es un rasgo común de las personas influyentes. La calidez indica que sus intenciones son buenas, y la competencia le apoya para actuar conforme a esas intenciones. Dicho esto, cuando somos la persona más joven o con menos experiencia de la sala, tendemos de forma natural a mostrar un mayor número de comportamientos cálidos (también conocidos como marcadores de atractivo). Para aumentar su presencia, puede servirle adoptar uno o dos comportamientos que sean más poderosos, como mostrar una expresión más seria, ampliar su espacio personal o utilizar menos calificativos verbales como “sólo” o “creo”. En su lugar, exponga simplemente sus opiniones sin estas palabras “protectoras”.
En medio del ajetreo del día, es demasiado fácil perder de vista nuestros objetivos de comportamiento, así que elija una pequeña señal visual como recordatorio. Por ejemplo, una clienta mía compró y se puso un anillo con el diseño de una leona para recordarse a sí misma que debía ser más intrépida a la hora de hablar.
También es útil incluir unos minutos en su agenda antes de las reuniones importantes para recordar y visualizar cómo quiere presentarse. Dado que nuestras neuronas interpretan las imágenes como equivalentes a una acción real, la visualización nos ayuda a actuar de forma coherente con lo que imaginamos.
Esté presente
Por último, pero no por ello menos importante, debe estar presente para tener presencia. Realizar varias tareas a la vez, divagar por la mente o pensar en el trabajo que se le acumula mientras asiste a una reunión o interactúa con otras personas le restará presencia. En su lugar, mantenga su atención en el momento, demostrando que está plenamente presente haciendo preguntas reflexivas o compartiendo comentarios que se deriven lógicamente de la conversación.
Al mantenerse mentalmente presente, estará más en sintonía tanto con el contenido de las conversaciones en las que participe como con las personas “en la sala”. Esta mayor conciencia le ayudará a mostrarse de forma más inteligente intelectual y emocionalmente y, por tanto, a demostrar niveles más altos de presencia ejecutiva.
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La presencia ejecutiva no es una característica inherente reservada a unos pocos afortunados. Es una habilidad adquirible que puede desarrollar y mejorar con el tiempo. Empiece ahora. Descifrar y desarrollar este importante activo aumentará sus posibilidades de convertirse en el líder que desea ser.
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