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Gestión propia

¿Sabe cuándo rendirse?

por Dina Denham Smith

¿Sabe cuándo rendirse?

Los proyectos, las relaciones y los trabajos no siempre salen según lo previsto, y no siempre está claro cuándo hay que tirar la toalla. Todos hemos oído repetidamente el adagio de que “los que abandonan nunca ganan”, pero a veces la mejor decisión es cortar por lo sano.

Piense en esa relación a la que se aferró incluso después de que hubiera agotado su curso o en el trabajo en el que permaneció a pesar de que su jefe le hacía sentir miserable. Muchos de nosotros intentamos aferrarnos al último rayo de esperanza, pensando que podemos hacer que funcione, sea “eso” lo que sea. Si se identifica fuertemente como una persona que no abandona, es probable que su tendencia sea a aferrarse a las cosas durante demasiado tiempo. Y aunque la tenacidad suele ser una cualidad excelente, también puede inclinarle a invertir demasiado en algo que ya no es una buena idea.

Como coach ejecutivo, trabajo con numerosos líderes apasionados y trabajadores que no quieren “abandonar”. Pero los líderes más inteligentes aprenden a discernir la diferencia entre renunciar demasiado pronto y aferrarse a algo que no deberían.

He aquí cinco estrategias que puede utilizar para aprender a cortar por lo sano cuando ha llegado el momento de marcharse.

Reenfoque su pensamiento.

Todos somos susceptibles a la falacia del coste hundido, un sesgo inconsciente que nos lleva a persistir en un empeño en el que ya hemos invertido tiempo, esfuerzo o dinero, incluso cuando abandonarlo sería más beneficioso.

Nos damos cuenta de que no podemos recuperar los recursos que hemos dado, así que perseveramos: invirtiendo en un proyecto que deberíamos detener, permaneciendo en una relación que debería haber terminado, o terminando un libro que ya no disfrutamos y que deberíamos dejar, pero no lo hacemos porque ya vamos por la mitad. Si renunciar “no es lo suyo”, puede ser especialmente susceptible a este sesgo.

La falacia del coste del sol hace que nos preocupemos en exceso por lo que perderemos si seguimos adelante y que no pensemos lo suficiente en los costes de no seguir adelante.

Para contrarrestar este sesgo, vuelva a centrar deliberadamente su pensamiento en las ganancias para poder sopesar más objetivamente las alternativas. Pregúntese: ¿Qué podría ganar si redujera mis pérdidas ahora? ¿Será más feliz o tendrá tiempo para otra oportunidad (mejor)? A continuación, pregúntese: ¿Cuánto me costará seguir adelante? Por ejemplo, ¿es posible que esté tirando más dinero bueno tras lo que ya ha perdido? ¿O que no tendrá la energía y el espacio mental para capitalizar otras posibilidades prometedoras?

Evalúe lo que está bajo su control.

La ilusión de control también puede interferir con nuestro mejor juicio, llevándonos a sobrestimar nuestra capacidad para controlar los acontecimientos y obtener un resultado positivo. Este sesgo nos da una sensación de agencia y puede promover la salud mental. Sin embargo, una alta autoeficacia también puede dar lugar a un compromiso creciente con una línea de acción perdedora.

Especialmente cuando se combina con una mentalidad de “no me rindo”, sentir que tenemos más control sobre un acontecimiento o una persona del que tenemos nos pone en riesgo de redoblar la apuesta cuando deberíamos retirarnos.

Para contrarrestar este sesgo, considere su situación y haga una sencilla lista de dos columnas de lo que está bajo su control y lo que no. Piense con rigor. A menudo, sólo puede controlar realmente su esfuerzo y su actitud. Aunque pueda influir en otras personas y en diversas circunstancias, no puede obligarlas a cambiar o a seguir su camino.

Tener claro lo que puede controlar y lo que no es esencial para tomar una decisión de calidad sobre si abandonar o perseverar. Con una lista escrita en la mano, puede asegurarse de que se centra en lo que puede controlar y evaluar mejor si sus esfuerzos continuados merecen la pena. Gastar esfuerzo y emoción en cosas que no puede controlar puede ser agotador y quitarle poder.

Amplíe su autoidentidad.

Las investigaciones indican que las personas vinculan su autoidentidad y su estatus social a sus compromisos. Y como nos identificamos con nuestros compromisos, retirarnos de uno puede sentirse como una amenaza a nuestra identidad o estatus.

Tomemos como ejemplo a mi cliente Ryan, líder de una empresa tecnológica. Ryan había invertido dos años y mucho esfuerzo en un proyecto de diseño que no estaba dando los resultados necesarios, pero la idea de abandonarlo después de todo lo que había invertido era difícil de soportar. Mientras Ryan y yo analizábamos si debía cancelar la iniciativa que había estado liderando o seguir perseverando, ella declaró: “Lo que pasa es que no soy de las que abandonan”. Este sentido singular y fijo de sí misma estaba nublando su juicio y limitando sus opciones de acción.

Nuestro autoconcepto y nuestra identidad son conceptos mentales que influyen en nuestro comportamiento. Si se identifica firmemente como una persona que no abandona, puede acabar quedándose estancada en una línea de actuación debido a su autoconcepto estrecho y rígido.

Para superar este tipo de obstáculo interno, recuerde sus otros rasgos positivos y características de personalidad. Pregúntese: ¿Qué puntos fuertes adicionales tengo (o aspiro a tener) que sería útil emplear aquí? Por ejemplo, cuando le pregunté a Ryan qué otras cualidades positivas de su personalidad necesitaba aprovechar para tomar decisiones, me contestó: “Discernimiento y valentía”.

Ahora, examine su situación a través de la lente de cada una de estas facetas de usted mismo. ¿Qué dice su parte discernidora? ¿La parte valiente? Considerar su decisión a través de estas diferentes características le permitirá ver que tiene más opciones.

Busque otras perspectivas.

También es útil buscar fuentes externas de información, en lugar de confiar únicamente en su forma de pensar y en sus instintos. Pero es importante que piense bien a quién solicita su opinión.

Lo ideal es buscar a personas que estén menos implicadas que usted en su decisión. Si está considerando la posibilidad de cerrar su empresa emprendedora, por ejemplo, póngase en contacto con otros fundadores y no sólo con su socio. Del mismo modo, si busca consejo amoroso, pregunte a alguien alejado de los altibajos de su relación en lugar de confiar únicamente en su mejor amigo.

En todos los casos, le recomiendo que describa su situación y siga con una pregunta del tipo: “¿Cómo gestionaría usted esta situación?”.

Alternativamente, también podría buscar datos concretos que iluminen sus posibilidades reales de éxito en cualquier empresa que esté contemplando. Siguiendo con el ejemplo de la aventura emprendedora, los números son sus mejores amigos. Utilícelos para despojarse del amor que siente por esta idea y considere su tasa de combustión en relación con el plan de crecimiento, las tasas de crecimiento del sector y otros factores que predicen el éxito de la start-up. Las fuentes externas de información pueden ayudarle a ver ángulos y posibilidades que quizá no había considerado.

Tenga autocompasión.

Cuando algo que parecía tan prometedor al principio no resulta como imaginábamos, podemos volvernos excesivamente autocríticos. A nadie le gusta sentir que ha tomado una mala decisión, sobre todo si tomar decisiones inteligentes es una cualidad que usted tiene en alta estima.

La estrategia más eficaz en este caso es darse un respiro. Practicar la autocompasión aumenta su capacidad de recuperación, su inteligencia emocional, su compasión hacia los demás y puede mejorar su rendimiento, además de ayudarle a desarrollar una mentalidad de crecimiento.

En lugar de rumiar y criticarse, céntrese en cambio en lo que puede aprender de esta situación. Por ejemplo, Ryan reconoció que había desarrollado varias habilidades y capacidades de liderazgo nuevas al dirigir el proyecto de diseño. Y a pesar de que al final decidió abandonarlo, seguía estando contenta de haberlo intentado y agradecida por lo que la experiencia le había enseñado.

Es innegable que la tenacidad puede ayudarnos a tener éxito. Pero para su bienestar, es importante aprender a distinguir entre abandonar demasiado pronto y aferrarse a una línea de acción perdedora. Contrarrestando los prejuicios cognitivos, teniendo en cuenta sus puntos fuertes y las perspectivas externas, y siendo autocompasivo, puede superar su tendencia a aferrarse a las cosas durante demasiado tiempo y cortar por lo sano cuando llegue el momento de hacerlo. Y aunque dejar ir puede ser difícil, liberará su tiempo, energía y espacio mental para imaginar nuevas posibilidades y perseguir nuevas oportunidades.