“Eres más que solo una maquina de ganar”
por Gretchen Gavett

Si crees que podrías ser adicto al trabajo, el problema de fondo podría ser algo más insidioso: una adicción al éxito. Esto es lo que argumenta el científico social Arthur C. Brooks, quien explica cómo se desarrolla esta adicción y por qué puede ser tan perjudicial, tanto para nosotros como para nuestras relaciones. Él enfatiza que no somos “máquinas del éxito”, y aboga por la espiritualidad y por establecer conexiones profundas con los demás como antídotos frente a este problema.
Cómo dejar de ser una “máquina del éxito”: lecciones de Arthur C. Brooks
A mitad de su mandato como presidente de un think tank en Washington, DC, Arthur C. Brooks se dio cuenta de dos cosas: no tenía un propósito claro y estaba perdiendo momentos valiosos con su familia. Viajaba constantemente y trabajaba más de 80 horas a la semana. Sin darse cuenta, el trabajo se había vuelto una adicción.
Brooks, científico social, hoy enseña liderazgo y felicidad en la Harvard Kennedy School y la Harvard Business School. Uno de sus focos de investigación es el comportamiento adictivo, en especial el trabajolismo —o como él lo llama más precisamente, adicción al éxito.
Aunque no se trata de una adicción química, “estimula nuestro sistema dopaminérgico y nos hace perseguir el ‘subidón’ del éxito,” explicó en una entrevista por correo electrónico. “Y… cada nuevo logro no parece saciar nuestro deseo. Trabajamos más duro y seguimos buscando el siguiente logro, sin importar si eso daña nuestras relaciones personales.”
Con el tiempo, nos convertimos en lo que Brooks llama “máquinas del éxito.”
“Dos señales clave indican si eres una máquina del éxito,” señala. “Primero, ¿en el trabajo harías cualquier cosa para avanzar (como desprestigiar a colegas o tomar atajos para quedar bien)? Segundo, ¿tus relaciones personales están sufriendo porque no puedes desconectarte del trabajo?”
Si respondes “sí” a estas preguntas, es posible que “estés perdiendo tu humanidad.”
¿Cómo recuperarla?
Brooks ofrece un camino de salida:
“Puedes prevenir este desenlace si reconoces que el éxito rara vez es un juego de suma cero,” dice. “Pasar más tiempo con tus hijos no significa que fracasarás profesionalmente. El éxito de tus colegas no te hace quedar mal. Puedes hacer bien tu trabajo y aun así vivir con virtud personal y profesional.”
Conexiones reales, no logros vacíos
Brooks subraya que recuperar la humanidad pasa por crear vínculos reales, algo difícil si has vivido por años en modo trabajólico.
“¿Te sientes solo y quieres ser amado? Entonces ama a los demás,” sugiere. “Y empieza de forma simple. En el trabajo, prepara un café para un colega. En casa, conversa con tu vecino y pregúntale cómo está. Tal vez eso se convierta en almuerzos semanales o en una invitación a cenar. Si inicias pequeños actos de amabilidad, estarás mucho menos solo.”
También es un problema cultural
Para Brooks, este problema no solo es personal. Nuestra sociedad también necesita cambiar su idea de éxito.
“Vivimos en la era de las redes sociales, que son máquinas de comparación social. Admiramos a quienes tienen empleos llamativos, sueldos altos y vidas frenéticas,” explica. “Necesitamos redefinir el éxito. No es solo ganar mucho dinero y vestir ropa de diseñador. Para mí, vivir con virtud —amar tu trabajo, a tus amigos, a tu familia y tu fe— es una definición mucho más real de éxito.”
Conclusión:
No tienes que elegir entre ser exitoso y ser humano. Puedes hacer espacio para ambos. Pero si dejas que el éxito defina tu valor por completo, perderás lo que realmente importa. Como recuerda Brooks: no se trata de acumular logros, sino de construir una vida que valga la pena ser vivida.
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