Investigación: La relación entre las recesiones y el dolor físico
por Lucía Macchia

Los estudios han demostrado que alrededor 30% de los adultos sufre de dolor físico agudo, intermitente o crónico. Y aunque esto pueda parecer un problema puramente físico, la investigación sugiere que los factores psicológicos como el trauma, la ansiedad y el estrés pueden crear sensaciones de dolor tan reales como las causadas por una lesión física o una enfermedad.
Investigaciones anteriores han explorado en gran medida este fenómeno a nivel individual y han documentado cómo la salud mental y emocional de las personas puede afectar a su bienestar físico. En mi investigaciones recientes, sin embargo, trabajé con mi coautor, Andrew Oswald, para explorar cómo el estado de la economía puede influir en los niveles de dolor a escala nacional. Analizamos datos de 1,3 millones de personas en 146 países a lo largo de 10 años y descubrimos que cuanto peor era el desempeño de la economía en un momento y un lugar determinados (medidos por las tasas de desempleo), más personas declaraban dolor físico. En nuestra muestra mundial, un aumento del 3% en la tasa de desempleo de la población estuvo relacionado, en promedio, con un aumento del 1% en el número de personas que declararon dolor físico.
Curiosamente, descubrimos que la situación laboral de las personas no importaba tanto como la tasa de desempleo general: en tiempos difíciles desde el punto de vista económico, la gente informó de más problemas en cualquier caso de si ellos mismos tenían empleo o estaban desempleados. También identificamos una disparidad de género sustancial: el aumento de los niveles de dolor durante las recesiones económicas lo experimentaron casi en su totalidad las mujeres, no los hombres.
¿Qué podría estar provocando estos efectos? Los estudios han demostrado que el estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental pueden provocar sensaciones corporales dolorosas. Cuanto mayor inseguridad financiera y laboral, la incertidumbre y la falta de control sobre sus vidas que sufren las personas durante una recesión económica probablemente provoquen angustia mental, lo que a su vez puede causar dolor físico. Esto cuenta además con el apoyo de investigación sugiriendo que el dolor psicológico y físico activan vías neuronales similares en el cerebro, lo que significa que las emociones negativas a veces pueden provocar sensaciones físicas negativas.
En cuanto a la diferencia de género que identificamos, por supuesto, hay muchos factores en juego. El hecho de que las mujeres sean más probable estar a cargo de las tareas del hogar, incluidas las decisiones financieras, podría ayudar a explicar por qué las mujeres pueden sufrir más que los hombres en una época en la que la planificación financiera es mucho más estresante. Las investigaciones también indican que durante las recesiones, las mujeres tienden a sufrir ambas exigencias más altas y menos autoridad en el trabajo, lo que probablemente contribuya a aumentar sus niveles de estrés y dolor. Los estudios también han demostrado que el desempleo es a menudo se correlaciona con un aumento de la violencia doméstica, lo que podría provocar aún más experiencias de dolor desproporcionadas entre las mujeres.
Sin duda, hay innumerables razones por las que las personas pueden sufrir dolor físico, y muchas de ellas pueden resultar bastante difíciles de identificar, y mucho menos de eliminar. Sin embargo, nuestra investigación arroja luz sobre un factor que a menudo se pasa por alto y que podría contribuir de manera significativa al dolor físico en toda la sociedad y, potencialmente, abordarse mediante intervenciones específicas.
En concreto, restaurar la sensación de control de las personas en tiempos de dificultades económicas puede ayudar a aliviar sus dolores físicos. Con ese fin, especialmente durante las recesiones, los empleadores deberían tomar medidas para aumentar la seguridad financiera de los empleados. Esto puede significar hacer un promesa de no despidos, haciendo hincapié en los empleados» agencia sobre sus propios trabajos y trayectorias profesionales, u ofreciendo programas de préstamos de emergencia para ayudarlos a gestionar los gastos inesperados. Los empleadores también pueden contribuir a la sensación de seguridad y control financieros de los empleados comunicando con claridad los riesgos y los planes de contingencia, lo que reduce las posibilidades de sorpresas desagradables.
Además, investigación ha demostrado que para los que trabajan por hora, la incertidumbre horaria puede ser una fuente importante de estrés. Entre la incertidumbre financiera asociada a no saber cuántas horas podrá trabajar y la incapacidad de controlar y planificar su vida diaria, los horarios inconsistentes e impredecibles pueden contribuir sustancialmente al dolor físico y mental. Para solucionar este problema, los empleadores deberían encontrar formas de donar a los trabajadores agencia al determinar sus propios horarios o, como mínimo, deberían avisarles con la mayor antelación posible a la hora de asignar turnos. Esto puede ayudar a las personas a coordinar mejor sus horarios con los de otros miembros del hogar, aumentar su sensación de control y reducir el estrés.
No hay respuestas fáciles ni soluciones que sean de talle único para los diversos desafíos que pueden causar dolor a las personas. Sin embargo, desarrollar una mayor conciencia de cómo la economía puede afectar a las experiencias individuales es un primer paso fundamental. También es importante tener en cuenta que no se trata solo de molestias, sino que el dolor físico también puede tener importantes implicaciones financieras para las empresas, lo que podría provocar tasas de absentismo más altas, más días de enfermedad y una rotación más rápida. De hecho, hay motivos para pensar que el dolor físico puede ser uno de los impulsores del declive de la fuerza laboral estadounidense desde 2007, ya que un estudio descubrió que casi la mitad de los hombres que están fuera de la fuerza laboral toman algún tipo de analgésico.
Por supuesto, el dolor a menudo puede tener su origen en un problema físico. Pero es importante reconocer que los factores sociales y psicológicos también pueden influir y abordar esos factores con la misma urgencia con la que tratamos las enfermedades físicas. Nuestra investigación añade una razón más para que los científicos, los líderes empresariales y los responsables políticos profundicen en las causas fundamentales del dolor físico y encuentren formas de mejorar el bienestar individual, organizacional y social.
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