PathMBA Vault

Presentation skills

Cómo dejar de decir "um", "ah" y "ya sabe"

por Noah Zandan

Cómo dejar de decir "um", "ah" y "ya sabe"

aug18-01-638432968-Emma-Innocenti-2

Emma Innocenti/Getty Images

Um.

Ah.

Entonces.

Sabe.

Como.

¿Verdad?

Pues bien.

Cuando nos encontramos agitados mientras hablamos -ya sea porque estamos nerviosos, distraídos o perdidos sobre lo que viene a continuación- es fácil apoyarse en palabras de relleno. Éstas pueden darnos un momento para ordenar nuestros pensamientos antes de seguir adelante y, en algunos casos, pueden ser indicadores útiles de que el público debe prestar especial atención a lo que viene a continuación. Pero cuando empezamos a utilizarlas en exceso, se convierten en muletillas -los académicos las llaman disfluencias- que disminuyen nuestra credibilidad y distraen de nuestro mensaje.

Mediante una investigación que incorpora la ciencia del comportamiento, la inteligencia artificial y los datos, la empresa de ciencia de las personas que dirijo, Quantified Communications, determinó que la frecuencia óptima es de aproximadamente un relleno por minuto, pero el orador medio utiliza cinco rellenos por minuto, es decir, uno cada doce segundos.

Así que echemos un vistazo a lo que nos dicen los datos sobre las palabras muletilla: cómo ponen en peligro el impacto de un orador y cómo podemos eliminarlas de nuestros vocabularios.

El problema de las palabras muletilla

Sabemos que es difícil prestar atención a un orador cuando una de cada tres palabras es un relleno, pero puede resultar difícil determinar con exactitud cómo afectan esas muletillas verbales a nuestra experiencia. Analizamos más de 4.000 muestras de comunicación oral de nuestra base de datos para identificar en qué medida los oradores recurren a las palabras de relleno y cómo esas palabras están afectando a la forma en que su público les percibe. Aunque descubrimos que el uso excesivo de palabras de relleno puede influir negativamente en el público de muchas maneras, hay tres factores críticos que presentan una correlación negativa significativa con el exceso de palabras de relleno.

  1. Para transmitir su mensaje con eficacia, tiene que mantener la atención de su público. Cuando utiliza demasiados rellenos, es menos probable que el público se quede con cada una de sus palabras porque los rellenos se interponen en el camino de las historias emotivas o de la fascinante investigación que está intentando compartir.

  2. El público quiere creer que usted actúa y habla con naturalidad, como lo haría en una conversación cara a cara. Aunque, por supuesto, la mayoría de la gente utiliza elementos de relleno en una conversación informal, cuando los lleva ante el micrófono, distraen de su personalidad principal y le hacen parecer nervioso, distraído o desencajado en lugar de auténtico.

  3. Si quiere que su público se trague su mensaje, tiene que hacerlo claro, lógico y fácil de seguir. Por desgracia, filtrar las palabras de relleno para captar las partes importantes requiere más esfuerzo cognitivo del que el público está dispuesto a realizar. Así que demasiadas palabras de relleno significarán probablemente que desconectarán en favor de una tarea cognitiva más fácil, como pensar en sus listas de tareas pendientes.

Entonces, ¿por qué nuestro discurso no es fluido? Los estudios sugieren que verbalizamos los titubeos porque hemos sido condicionados a llenar el vacío incluso cuando no tenemos nada que decir. Por ejemplo, utilizamos “um” y “ah” para mantenernos en el “suelo de la conversación” mientras planeamos lo que vamos a decir a continuación, con “ah” señalando un pequeño retraso y “um” señalando un retraso más largo.

Para eliminar las palabras muletilla, abrace la pausa

La buena noticia es que puede convertir esta debilidad en una fortaleza sustituyendo las palabras de relleno por pausas.

Las investigaciones sugieren que la mayor parte del discurso conversacional consta de pausas cortas (0,20 segundos), medias (0,60 segundos) y largas (más de 1 segundo). Los grandes oradores públicos suelen hacer pausas de dos a tres segundos o incluso más. Nuestros datos fonéticos muestran que el orador medio sólo hace 3,5 pausas por minuto, y eso no es suficiente.

Serie Usted y su equipo

Hablar en público

Es comprensible. Las pausas no son fáciles de aceptar. Para muchos oradores, incluso la pausa más breve puede parecer un silencio interminable. Esto se debe a que tendemos a pensar más rápido de lo que hablamos. Según nuestras investigaciones, el profesional medio habla a un ritmo de 150 palabras por minuto. Sin embargo, según una investigación de la Universidad de Missouri, pensamos a 400 palabras por minuto (y según a quién pregunte, la tasa puede llegar a 1.500 palabras por minuto).

Debido a esta discrepancia, cuando está dando un discurso, su percepción del tiempo suele estar distorsionada, y lo que en su mente parece una eternidad son en realidad unos breves segundos para el público.

A pesar de lo que puedan parecer al principio, las pausas bien colocadas le hacen parecer tranquilo y sereno, y le ayudan de tres maneras:

  • Recoja sus pensamientos: Si pierde el hilo de sus pensamientos, una pausa le da tiempo para retomarlos. Siempre que la pausa no sea demasiado larga (no más de cinco segundos), el público no se lo reprochará.
  • Calme sus nervios: Hacer una pausa antes de empezar un discurso es especialmente importante para las personas con miedo a hablar en público, ya que ayuda a calmar los nervios. La táctica también es útil en mitad de un discurso. Si se siente nervioso, haga una breve pausa para respirar hondo (siempre que no sea audible ni evidente) y vuelva a empezar.
  • Cree suspense: Las pausas no siempre son una táctica defensiva. Un silencio estratégicamente colocado puede crear suspense, enfatizar un punto o dar tiempo a la audiencia para asimilar una idea clave.

Al igual que las palabras de relleno, las pausas le dan la oportunidad de tomarse un respiro y pensar en lo que viene a continuación. Sin embargo, una pausa le hace parecer seguro y en control, mientras que las palabras de relleno utilizadas en exceso distraen y le hacen parecer como si no supiera qué decir.

Tres pasos para silenciar las palabras de relleno

El primer paso para cambiar cualquier hábito - ya sea morderse las uñas o salpicar cada frase con “ya sabes” - es la toma de conciencia. Para identificar sus palabras muletillas, grabe en vídeo o revise una transcripción de su charla más reciente y determine en qué rellenos vocales confía más. Una vez que sea consciente de ellas, es probable que empiece a oír estas palabras en su comunicación diaria. Empareje sus palabras muletillas con pequeñas acciones. Cada vez que se sorprenda diciendo “como”, por ejemplo, dése un golpecito en la pierna. O pídale a un familiar o amigo cercano que vigile sus palabras de relleno y llame su atención sobre ellas con una palmada o un chasquido.

A continuación, una vez que sea consciente de sus palabras de relleno cuando intentan escapar de sus labios, empiece a forzarse a guardar silencio. Para practicar, prepare un vídeo para grabarlo y hable de lo que ha hecho desde el principio hasta el final del día. Practique utilizando pausas en lugar de palabras de relleno mientras recuerda los acontecimientos.

Por último, no puedo insistir lo suficiente en la importancia de la preparación. Los nervios son una de las principales razones por las que la gente abusa de los rellenos vocales. Cuanto menos preparado esté, más nervioso estará, lo que probablemente hará que hable demasiado rápido, tropiece con sus palabras y olvide lo que sigue. Así que practique. Por término medio, el Ratio óptimo entre preparación y actuación es de una hora de práctica por cada minuto de presentación, pero como mínimo, el Dr. Trey Guinn, uno de nuestros expertos en comunicación, recomienda a los oradores que practiquen al menos tres veces completas antes de ponerse delante de un público.

Utilizadas con moderación y eficacia, las palabras de relleno pueden hacerle más cercano a su público, darle tiempo para recuperar el aliento y enfatizar los puntos clave. Por eso Google incluyó palabras de relleno en la última versión de su asistente de inteligencia artificial, Duplex. Pero cuando se convierten en muletillas, utilizadas por nerviosismo o falta de preparación, perjudican su credibilidad. Cuando prepare su próxima presentación, identifique las palabras en las que más se apoya y entrénese para evitarlas. Luego, la próxima vez que esté frente a un público, utilice el silencio para ordenar sus pensamientos, en lugar de llenar el aire de sonido.