Una guía para principiantes sobre cómo plantear cuestiones éticas en el trabajo
por Mary C. Gentile
En respuesta a la intensa presión por obtener resultados a corto plazo, las personas que trabajan para las empresas suelen tomar atajos que no deberían. Utilizamos todo tipo de racionalizaciones para disculpar estos comportamientos, desde «todo el mundo lo hace» hasta «esto no perjudica a nadie» y «Me despedirían si me quejara».
La mayoría de nosotros queremos comportarnos de forma ética y también sabemos cuando algo no va bien. Pero puede resultar muy difícil alzar la voz en apoyo de nuestras creencias. En los últimos años, he explorado la cuestión de cómo se comportan las personas en situaciones comprometidas desde el punto de vista ético. Mis observaciones, junto con toda una serie de investigaciones en los campos de social psicología, neurociencia cognitiva, y economía del comportamiento— me han ayudado a entender qué condiciones facilitan la expresión de manera eficaz. Describo mis hallazgos en un artículo en la HBR de este mes, «Mantener la honestidad de sus colegas».
Así es como puede abordar las cuestiones éticas en el lugar de trabajo.
En primer lugar, tenga en cuenta que los dilemas éticos son una parte normal y predecible de su trabajo. Cada gerente, cada oficial de finanzas, cada profesional del marketing tiene que resolver cuestiones éticas complejas (o no tan complejas). Va con el territorio y reconocer esto reduce el estrés que puede limitar su confianza y su capacidad para abordar estas cuestiones de manera eficaz.
Luego, trate una cuestión ética como cualquier otra cuestión empresarial. No pronuncie pequeños discursos santurrones; en vez de eso, reúna sus pruebas y argumentos, averigüe con quién tiene que hablar y, luego, presente un argumento empresarial sólido a favor de hacer lo correcto.
En tercer lugar, aborde las racionalizaciones de frente. Si «todo el mundo lo hace de verdad», ¿por qué tenemos una política que prohíba este comportamiento? Si «no perjudica a nadie», ¿por qué los clientes han demandado a otras empresas por esta misma práctica? Y así sucesivamente.
En cuarto lugar, aprenda a jugar con los sesgos psicológicos de sus oyentes. Por ejemplo, las personas tienen problemas para centrarse en las consecuencias a largo plazo, así que trate de identificar las ganancias a corto plazo que se derivarían de un comportamiento más ético. La forma en que se enmarca un problema marca la diferencia. Los participantes en un debate reciente en clase sobre una posible retirada de un producto por motivos de seguridad se mostraron más abiertos a la idea cuando la pregunta que se les hizo se centró en cómo podrían elaborar un mensaje para la prensa y el público comprador, y no en si ese mensaje era el enfoque ético de la situación.
Cuando se plantea una cuestión ética, las personas parecen ser más eficaces cuando escriben lo que dicen y cómo proceden. A menudo también ayuda recibir un poco de entrenamiento entre pares. Hace poco se me ocurrió que podría ser interesante hacer algunos guiones y dar clases entre pares en este espacio (de forma anónima, cuando proceda).
Con eso en mente, lo invito a compartir la historia de una época en la que encontró un argumento o enfoque persuasivo para expresar sus valores. Como alternativa, comparta una situación en la que esté pensando ahora mismo (con los detalles disfrazados, por supuesto) e solicite sugerencias de sus compañeros sobre cómo abordarla.
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