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Historia de negocios

Cuando Estados Unidos era más innovador y por qué

por Ufuk Akcigit, John Grigsby, Tom Nicholas

Cuando Estados Unidos era más innovador y por qué

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La competitividad de la economía estadounidense depende del progreso tecnológico, pero los datos recientes sugieren que la innovación es cada vez más difícil y el ritmo de crecimiento se está ralentizando. Uno de los principales desafíos en los ámbitos empresarial y político es entender los entornos que más propician la innovación. Una forma de hacerlo es echar un vistazo a la historia. En nuestra investigación nos centramos en la era dorada de la invención: finales del siglo XIX y principios del XX, cuando Estados Unidos se convirtió en la nación industrial más importante del mundo.

La época dorada está asociada a algunos de los principales pioneros de la tecnología de los Estados Unidos, como Thomas Edison y Nikola Tesla en la iluminación eléctrica y Alexander Graham Bell y Elisha Gray en la telefonía. Nuestro análisis va más allá de estas personas conocidas. Creamos un conjunto de datos sistemáticos que contiene millones de inventos patentados y millones de personas incluidas en los censos federales de 1880 a 1940. También hemos vinculado los datos de patentes con la información a nivel estatal y nacional. Al analizar estos datos, pudimos arrojar luz sobre por qué EE. UU. fue tan innovador.

El contexto del desarrollo tecnológico era muy diferente hace un siglo. Por ejemplo, en 1880, la mayor parte de la actividad inventiva se debió a que los inventores operaban fuera de los límites de las empresas. Los laboratorios de investigación, como el famoso inaugurado, en 1876, por Thomas Edison en Menlo Park, Nueva Jersey, eran raros. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XX, la empresa moderna comenzó a dominar las patentes. En el año 2000, casi el 80% de las patentes estaban asignadas a inventores asociados a empresas.

Sin embargo, el impacto de la innovación en el crecimiento económico solía ser grande. El siguiente gráfico ilustra una estrecha relación entre la actividad de patentamiento y el PIB per cápita a nivel estatal. Predice que un estado innovador como Massachusetts, que de 1900 a 2000 tuvo cuatro veces más patentes que un estado menos innovador, como Wyoming, se haría un 30% más rico en términos de PIB per cápita en el año 2000.

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La innovación prevalecía más en algunas áreas que en otras. El siguiente mapa muestra las regiones que hoy en día están en declive, como el Cinturón de Óxido, que solían ser centros de innovación durante la edad de oro. Nuestra investigación revela que la innovación floreció en áreas densamente pobladas donde las personas podían interactuar entre sí, donde los mercados de capitales para financiar la innovación eran fuertes y donde los inventores tenían acceso a mercados bien conectados. Los estados con un legado de esclavitud eran considerablemente menos innovadores y la religión también tuvo un efecto negativo, aunque en menor medida. Los lugares que estaban abiertos económica y socialmente a nuevas ideas disruptivas tendían a ser más innovadores y, posteriormente, crecieron más rápido.

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Los inventores de la Edad de Oro eran abrumadoramente blancos y hombres. Tenían menos probabilidades de casarse y tenían menos hijos, quizás por los compromisos de tiempo que implicaba hacer descubrimientos tecnológicos. Los inventores de la historia de los Estados Unidos han tendido a tener un alto nivel de educación, a diferencia del retrato común del aficionado sin educación. Por lo general, inventaban con fines de lucro y los beneficios financieros de la innovación eran grandes. El sector de la innovación era muy competitivo. Los mejores inventores sobrevivieron. Lo peor salió rápido.

Los antecedentes familiares de los inventores eran distintivos. Tener un padre que fuera inventor aumentaba las probabilidades de convertirse en uno, tal vez porque los padres le transmitían sus aspiraciones o quizás porque facilitaba el acceso a las redes sociales adecuadas. Los ingresos de los padres se correlacionaron positivamente con la probabilidad de convertirse en inventor. Esto significa que las personas con talento de familias de bajos ingresos tenían más probabilidades de quedar excluidas. (Esto sigue siendo el caso hoy.) Gran parte de la relación entre los ingresos familiares y la invención parece deberse a la educación. Las familias de altos ingresos invirtieron en la educación de sus hijos y, a su vez, los inventores educados eran más productivos.

Nuestro estudio también examinó la relación entre la innovación y la desigualdad de ingresos. La nueva innovación es un poder disruptivo que puede reducir la desigualdad o perpetuarla.

Hemos descubierto que la relación entre la innovación y la desigualdad depende del tipo de desigualdad del que hablemos. La innovación se correlacionó negativamente con el coeficiente de Gini, una medida amplia de la desigualdad. Por otro lado, la innovación aumentó en los lugares donde la participación en los ingresos del 1% más rico era mayor, incluidos estados como Nueva Jersey, Massachusetts y Connecticut, donde la actividad de patentamiento era amplia.

Nuestros hallazgos concuerdan con dos enfoques diferentes de pensar en la desigualdad. Si la innovación se asocia a las recompensas financieras de las patentes y los derechos de monopolio asociados, entonces deberíamos ver una asociación positiva entre la innovación y la desigualdad. Pero si la innovación permite a los nuevos participantes o a los propietarios de pequeñas empresas ponerse al día con los líderes actuales, la innovación debería conducir a una menor desigualdad de ingresos.

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Nuestro estudio se basa en la idea de que lo que convirtió a los Estados Unidos en una potencia de la innovación durante la edad de oro es relevante para la forma en que progresa el desarrollo tecnológico en la era moderna. La historia importa porque la innovación y el crecimiento se basan en gran medida en cambios a largo plazo. Crear un sector de innovación que fuera a la vez dinámico e inclusivo era tan difícil hace un siglo como lo es hoy.