¿Cuál es su visión de la buena vida?
por Christopher Gergen and Gregg Vanourek

Si bien las organizaciones de talla mundial elaboran declaraciones de visión pancartas para inspirar sus esfuerzos hacia el éxito, la mayoría de las personas no han pensado en hacerlo por sí mismas. Mientras vemos los Juegos Olímpicos de Beijing, una entrevista tras otra con los atletas campeones nos recuerda la importancia de imaginarse su éxito, de visualizar que su rendimiento fluye a la perfección, antes de la ceremonia de entrega de medallas y de que sus sueños se hagan realidad. Aristóteles observó que «el alma nunca piensa sin una imagen».
Crear una visión convincente para nuestras vidas —una que incluya no solo una visión de nuestros logros profesionales, sino también una visión de la vida familiar, la educación, la salud, los compromisos comunitarios, los viajes y las aventuras— puede guiarnos en nuevas direcciones y darnos el impulso que necesitamos para lograrlo. Una declaración de visión personal pregunta: ¿qué quiero ser, hacer y contribuir en la vida y con quién quiero compartirlo?
Algunas personas tienen problemas con la idea de tener una visión de la buena vida porque suena abstracto y lejano. Afortunadamente, los autores Richard Leider y David Shapiro han acudido al rescate con una definición elegante y sencilla de la buena vida: «vivir en el lugar al que pertenece, con la gente que ama, hacer el trabajo correcto, a propósito».
Tenga en cuenta que la visión es diferente del propósito (también conocido como «misión») y los objetivos. Nuestro propósito es nuestra razón de ser y debemos considerarlo atemporal. Nuestras metas son los objetivos que queremos cumplir y es mejor concebirlas en incrementos de uno a tres años. Por el contrario, nuestra visión de la vida es una descripción vívida de lo que haremos con nuestras vidas. Es mejor pensar en más de una década, o incluso en toda la vida. Nuestra visión de la vida debería dejarnos sin aliento con su audacia. Debería rugir de pasión y marcar las pautas de lo que planeamos hacer en nuestros días en el planeta.
Al elaborar una visión para nuestras vidas, debemos asegurarnos de que es:
- Lo suficientemente vívido como para capturar nuestra imaginación (y la de los demás)
- Sin límites por el status quo
- Alineado con nuestra auténtica esencia
- Lo suficientemente lejos como para que tengamos que trabajar para conseguirlo
- Lo suficientemente claro como para que podamos medir nuestro progreso en función de ello
- Lo suficientemente amplio como para abarcar todos los aspectos principales de nuestras vidas (incluidos los aspectos personales, profesionales y de relaciones)
Sin embargo, tenga en cuenta que una buena visión evolucionará con el tiempo. Tener una visión puede ser una fuerza catalizadora en nuestras vidas, pero no debemos esperar que recorramos un camino lineal desde el punto A al punto B para realizarla. A veces pasan «cosas».
Lo que es más importante, nuestra visión tiene que basarse en lo que somos. Mucha gente tropieza aquí, sin mirar hacia adentro antes de proyectarse hacia afuera. Carl Jung dice que «Su visión solo se aclarará cuando mire su corazón. Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia dentro, despierta». En esencia, nuestra declaración de visión es una representación auténtica de cómo nuestro propósito y nuestros valores pueden desarrollarse en el mundo.
Así que, al ver a los atletas olímpicos poner sus sueños en juego, ¿qué le impide crear su propia visión de la buena vida e ir a por ella con un coraje y un abandono ilimitados?
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