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Gestión de personas

Lo que su jefe realmente quiere de usted

por Robert M. Galford

Estamos en 1958 y Patricia Bays Haroski, empleada de State Farm Insurance Company, quiere que la gente reconocer formalmente a su jefe el 16 de octubre. ¿Su objetivo? Mejore la relación entre los jefes y sus subordinados directos. ¿Esa fecha? Al parecer, la eligió porque era el cumpleaños de su padre y pensó que era un buen jefe.

Pasamos 55 años exactamente y hoy personas, desde los Estados Unidos hasta Australia, la India, Sudáfrica y otros seis países, rinden homenaje a sus jefes (o al menos lo fingen). Sello distintivo actualmente ofrece más de 50 tarjetas del Día Nacional del Jefe en sus tiendas.

Sin embargo, apuesto a que, en lugar de adular a sus jefes, muchos empleados prefieren hacerles esta pregunta: ¿Qué es lo que en serio ¿esperar de mí?

Incluso en estos tiempos de febril atención a las métricas de rendimiento, no siempre está claro lo que el jefe quiere o espera. ¿Por qué? Tal vez se presuma que esas expectativas ya están claras y no lo están. O tal vez el empleado se está presionando a sí mismo para que lo haga mejor ( «Tengo un buen desempeño, pero quizás eso no sea suficiente».). Existe la responsabilidad conjunta de garantizar que las expectativas estén bien articuladas y entendidas. Pero ese tipo de dar y recibir efectivos no ocurre con la frecuencia o la calidad que nos gustaría que ocurriera.

No se desespere. Estoy bastante seguro de que puedo decirle cuáles son las expectativas de su jefe. Tengo la suerte de trabajar con estas personas todo el tiempo en una variedad de industrias y profesiones: finanzas, atención médica, educación, energía, tecnología. Y desde mi punto de vista, los mensajes son claros y constantes. Permítame ofrecerle lo que creo que son las expectativas esenciales de su jefe. Eche un vistazo y vea lo que piensa: dónde cree que los está dando a la perfección, dónde tiene que pedir más y dónde tiene que hacer más.

Su jefe quiere que sea:

  1. Se centra sin descanso en hacer sus números y en completar los proyectos o iniciativas de manera oportuna y responsable. Y si, lamentablemente, las cosas se quedan cortas, su jefe espera algún tipo de aviso temprano.
  2. Muy consciente de las cifras o iniciativas particulares que son de vital importancia para él o ella_._ ¿Domina esos números y mantiene a su jefe informado de su tendencia? Debería estarlo. Además, si estas cifras o proyectos se desvían del rumbo, su jefe quiere que acuda a él con el problema desde el principio (y con algunas posibles soluciones bien pensadas).
  3. Al tanto de su organización y de sus clientes y base de clientes. Debería saber dónde están los puntos de tensión y qué se hace al respecto.
  4. Tener claro hacia dónde va el negocio en un sentido más amplio y a largo plazo. Debería tener un punto de vista respetable sobre hacia dónde debe ir la empresa y por qué.
  5. Conocedor de su gente y su gente: sus puntos fuertes, débiles y potencial. ¿Cómo ayudan sus trabajos a la empresa a cumplir sus objetivos? ¿Cómo están sus puestos de trabajo relacionados con la estrategia de su organización?
  6. Crear un seguimiento de personas competentes que confíen en usted, confíen unas en otras, lo mantengan informado y sientan que está ahí para ayudar y guiar sin interponerse en el camino. Piense en los últimos cinco subordinados directos que acudieron a su oficina. ¿Qué querían? ¿Qué le dice eso de la relación que tiene con ellos?
  7. Capaz de identificar los problemas en el horizonte, analizarlos y resolverlos de forma eficaz, ya sea por sí solo o en colaboración con sus colegas, de forma oportuna.
  8. Capaz de jugar bien con los demás de forma consistente. Es decir, lo suficientemente seguro como para decir lo que piensa y también lo suficientemente seguro como para escuchar, respetar y, posiblemente, integrar los puntos de vista de los demás en su propia perspectiva.

Puede utilizar esta lista de dos maneras. La primera, y la más obvia, es asegurarse de que, desde la perspectiva de su jefe, está golpeando cada uno de esos ocho cilindros. La segunda es pensar en cada una de las personas que le rinden cuentas. ¿Son este el tipo de cosas que espera de ellos? ¿Lo saben? ¿Cómo sabe que lo saben? ¿Puede asegurarse?

Imagínese lo mucho que valoraría que sus subordinados directos salieran adelante en los ocho puntos. Imagínese lo valioso que sería para los jefes de toda la empresa que las personas de la organización cumplieran esas expectativas. Puede que les haga feliz el día.