Tendencia a seguir: la estabilidad de precios en duda
por Eric Beinhocker & Elizabeth Stephenson
Nota del autor: Cada semana de julio y agosto, presentaremos una nueva tendencia que tendrá que ver en nuestro artículo de HBR en el Número especial de julio-agosto. También lo invitamos a hacer comentarios sobre esta tendencia y sugiera qué tendencias cree que tiene que ver.
Durante las últimas tres décadas, las empresas se acostumbraron a un entorno de precios generalmente estables, al menos en los países desarrollados. Pero recientemente los directivos se han visto obligados a cuestionar esta suposición básica.
Para muchos, la amenaza inmediata es la deflación, ya que el exceso de capacidad ejerce una importante presión a la baja sobre los precios de todo, desde los productos frescos hasta los materiales de construcción. Sin embargo, los esfuerzos del gobierno por frenar la crisis e impulsar el crecimiento económico han aumentado la posibilidad de que la inflación se apodere. En palabras del exvicepresidente de la Reserva Federal, Alan Blinder: «En algún momento, y sin saber el momento, la Reserva Federal tendrá que destruir todo el dinero que está creando». Los precios de los bonos vinculados a la inflación demuestran que los inversores son muy conscientes del riesgo. Cuando el crecimiento económico se restablezca, los bancos centrales tendrán que contener las fuerzas inflacionarias sin ahogar la recuperación, un delicado equilibrio que será aún más difícil en un contexto de aumento de los precios de las materias primas.
Aunque el riesgo de inflación ha aumentado claramente, es demasiado pronto para llamarlo tendencia. A diferencia de los mercados laborales de la década de 1970, cuando la inflación de dos dígitos se vio impulsada por una espiral salarial y de precios, los de la mayoría de los países actuales son flexibles. En lugar de intentar pronosticar con precisión la inflación o la deflación, una tarea imposible, las empresas deberían centrarse en cómo podrían gestionar la inestabilidad de los precios. Es un buen momento para revisar los contratos con los proveedores, los acuerdos salariales, las políticas de precios y las estrategias de cobertura para determinar dónde pueden estar los peligros.
La clave es mantener la flexibilidad, mantener la cautela en los compromisos a largo plazo tanto de compra como de venta y (siempre que sea posible) crear vínculos entre los costes de los insumos y los precios de venta. En un entorno inflacionario, no vale la pena quedar atrapado entre el aumento de los precios a corto plazo de los insumos y los contratos con los clientes a largo plazo con precios fijos. En un entorno deflacionario, ocurre lo contrario. De cualquier manera, la función de compras adquiere una importancia estratégica.
Las empresas que no hayan perfeccionado sus prácticas de compra ahora considerarán que hacerlo es una prioridad.
El veredicto: esta tendencia se clasifica como acelerada.
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