La tiranía de la estrategia
por Tim Sullivan
Satanás tenía el talento retórico suficiente para persuadir a un tercio de los ángeles de que se pusieran en contra de Dios. Era lo suficientemente carismático como para levantar la moral de sus tropas ante su primera derrota. Fue lo suficientemente sabio como para persuadir a sus capitanes de que continuaran la lucha siguiendo su plan. Era lo suficientemente astuto como para engañar a los siempre vigilantes guardianes del Cielo, colarse en el Jardín del Edén y corromper a la humanidad. Y lo es, en toda la película de John Milton El paraíso perdido, con mucho, el personaje más interesante, un vívido contraste con el pedante y aburrido Dios Padre.
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