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El lado más suave del rendimiento

por Adi Ignatius

Cuando buscamos construir el lugar de trabajo ideal, tendemos a centrarnos en grandes conceptos cerebrales, como el propósito y los valores compartidos. Pero puede que eso no sea suficiente. Los líderes también tienen que prestar atención a los sentimientos de los empleados, según Sigal Barsade y Olivia O’Neill. En «Gestione su cultura emocional», los autores explican cómo el estado emocional de la fuerza laboral puede influir en todo, desde la satisfacción de los empleados hasta la rentabilidad.

Ese es el artículo principal de Spotlight on the Emotional Organization de este mes, que analiza algunos de los aspectos más débiles pero aún críticos del desempeño empresarial. En «Los límites de la empatía», Adam Waytz sostiene que, aunque la empatía es una habilidad muy valorada hoy en día, no es un recurso infinito y, por lo tanto, debe usarse con prudencia. De hecho, pedir a los empleados que sientan demasiada empatía puede perjudicar su juicio ético. Waytz ofrece consejos sobre cómo controlar los efectos negativos y, al mismo tiempo, preservar los buenos.

En «Sobrecarga colaborativa», Rob Cross, Reb Rebel y Adam Grant desafían la sabiduría convencional al argumentar que estamos colaborando también mucho. No están en contra del trabajo en equipo en sí, pero hacen hincapié en que más no es necesariamente mejor. Los líderes deben regular la cantidad y la calidad de la colaboración para evitar los cuellos de botella en el flujo de trabajo y el desgaste del personal.

Y en «¿Realmente pueden sus empleados hablar con libertad?» James Detert y Ethan Burris muestran cómo incluso los líderes concienzudos pueden amordazar sin darse cuenta la libertad de expresión y perjudicar la retención de los empleados y el desempeño financiero. Explican cómo crear un lugar de trabajo más «vocal».

En conjunto, estas ideas ofrecen un plan para una cultura que funcione mejor para los empleados y para el resultado final.