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Gestión de recursos humanos

Los costos del «daltonismo» racial

por Michael I. Norton, Evan Apfelbaum

Es una tendencia natural, comprobada una y otra vez en las investigaciones: cuando ve a una persona nueva, una de las primeras cosas que nota es su raza. Sin embargo, en la vida empresarial, solemos fingir que no darse cuenta, un comportamiento que se denomina «daltonismo», porque queremos reducir nuestras probabilidades de mostrar prejuicios o de caer en la discriminación, o de que parezca que lo hacemos.

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Nuestra investigación, realizada con nuestro colega Sam Sommers, de la Universidad de Tufts, muestra que el enfoque daltónico tiene inconvenientes. En una serie de experimentos, descubrimos que cuando la gente evitaba referirse a la raza en situaciones que pedían a gritos que se mencionara, otras personas la percibían como más con prejuicios raciales que si hubieran sacado el tema.

Pedimos a 30 participantes adultos blancos que hicieran el papel del interrogador en una versión del juego infantil ¿Adivina quién? Cada uno estaba emparejado con una pareja (algunas parejas eran blancas y otras negras) a la que se le asignó una cara objetivo de una hoja que contenía fotos de 32 rostros. Se les dijo a los participantes que hicieran preguntas a sus parejas de sí o no («¿La persona tiene bigote?» «¿La persona tiene ojos azules?») para tratar de identificar el rostro objetivo, con el objetivo de hacerlo con el menor número posible de preguntas. La mitad de las caras de cada sábana eran blancas y la otra mitad negras. Obviamente, una de las formas más rápidas de centrarse en el objetivo sería preguntar por la raza; la respuesta eliminaría la mitad del campo. Pero los que hacían las preguntas tendían a rehuir esa estrategia, sobre todo cuando sus parejas eran negras: por ejemplo, solo el 57% de los que jugaban con una pareja blanca y el 21% de los que jugaban con una pareja negra utilizaban la palabra «negro» o «afroamericano» en una pregunta. Y las personas que lo hicieron parecían incómodas y ansiosas.

¿Adivina quién?

La tarea: Los participantes en un estudio recibieron instrucciones de identificar el rostro que sus parejas tenían en mente haciéndoles el menor número posible de preguntas de sí

Tras el ejercicio, pedimos a otro grupo (todos blancos) que evaluara el desempeño de los interrogadores. Los resultados fueron sorprendentes: estos observadores externos tendían a percibir a los interrogadores que habían ignorado la raza como más sesgados que a los que habían preguntado por ella.

En otro experimento, pedimos a participantes blancos de varias edades que jugaran al juego, asumiendo de nuevo el papel de interrogador. Observamos que evitar la raza como identificador parece ser una conducta aprendida: aunque muchos participantes menores de 10 años preguntaron por la raza, los mayores de 10 años generalmente no lo hicieron.

En lugar de evitar la raza, las empresas inteligentes lo abordan de frente y reconocen que «abrazar la diversidad» significa reconocer todos carreras, incluida la mayoritaria, para evitar mostrar preferencias o crear una reacción violenta. Por ejemplo, la cumbre anual sobre diversidad de Time Warner no es solo para personas de color (o mujeres), sino que también está poblada por hombres blancos. Hablar de raza puede resultar incómodo, pero con el tiempo más empresas descubrirán que hacerlo suele ser mejor que fingir que no existe.