Los pequeños cambios marcan grandes diferencias
por David Champion
Parece un cambio muy simple. Sin embargo, pedir a las personas que se presenten y describan su función en el quirófano antes de que comience la operación resulta tener un impacto significativo en el resultado de la operación. Ese es solo uno de los hallazgos en un estudio reciente de Atul Gawande (el estudio incluye también a más de una docena de autores más), publicado recientemente en Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, eso ha creado un gran revuelo en la comunidad sanitaria.
Ese requisito, junto con otros 18, forma parte de una lista de control adoptada por los equipos quirúrgicos de ocho hospitales. A lo largo del año, los equipos vieron caer sus tasas de mortalidad un 40% y su tasa de complicaciones casi un tercio. Los investigadores no pudieron atribuir el éxito a ninguno de los elementos de la lista de verificación y llegaron a la conclusión de que fueron los cambios de comportamiento ocasionados por la lista de verificación (y el hecho de que formaran parte de un experimento) los que mejoraron los resultados de las operaciones realizadas por el equipo.
Las conclusiones del estudio se hacen eco un artículo publicado en el Número de septiembre de 2005 de Harvard Business Review. En su artículo, ganador del premio McKinsey, «Fixing Healthcare from the Inside, Today», el experto en operaciones Steven J. Spear presenta los resultados de una serie de experimentos realizados en hospitales de Boston, Pittsburgh, Salt Lake City, Seattle y otros lugares. Al igual que el estudio de Gawande, estos proyectos muestran el gran impacto que una combinación de cambios relativamente pequeños en el procedimiento puede tener en la calidad y la seguridad de la prestación de servicios de salud.
Un hospital de Pensilvania, por ejemplo, pudo reducir las infecciones causadas por la inserción de catéteres en el torrente sanguíneo de un paciente de 37 casos a solo seis. Las muertes por infecciones se redujeron de 19 a una. El hospital también ahorró 1,4 millones de dólares al año en costes directos relacionados con el tratamiento de las infecciones. Lograr todo esto prácticamente no requirió ninguna inversión, solo seis cambios simples en el procedimiento, como exigir al personal que retirara por completo los catéteres defectuosos e insertara otros nuevos en lugar de intentar reparar el catéter defectuoso.
Pero Spear hace algo más que presentar una serie de cambios de procedimiento recomendados. La verdadera contribución de este artículo es que demuestra cómo los proveedores de servicios de salud pueden descubrir el tipo de mejoras que él describe por sí mismos: una impresionante demostración de la vieja sierra de que enseñar a un hombre a pescar es mejor que simplemente darle el pescado.
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