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Liderazgo

Un momento histórico. La hora de la energía inteligente

por Diane Coutu

La secretaria de Estado designada, Hillary Rodham Clinton, habló del «poder inteligente» durante sus audiencias de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado esta semana.

Según Joseph S. Nye, Jr.., quien acuñó el término, el poder inteligente es la combinación del poder duro, que se caracteriza por la fuerza, y el poder «blando», que se basa en la atracción. Exfuncionario del gobierno de los Estados Unidos y exdecano de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, Nye dijo en un Harvard Business Review entrevista en noviembre de 2008, que dados los enormes desafíos para la paz mundial, la economía mundial y el medio ambiente a los que se enfrenta la próxima administración, el presidente electo Barack Obama tendrá que confiar en gran medida en la energía inteligente para movilizar a la gente en torno a su agenda.

El poder duro siempre será una herramienta importante en el arsenal de los líderes, dijo Nye; con la excepción del Dalai Lama y quizás algunos más, es casi imposible pensar en alguien que lidere únicamente con el poder blando. Pero el poder blando adquiere cada vez más importancia en tiempos de crisis, como la actual que está destrozando Oriente Medio. «Creo que se está dando cuenta de la necesidad del poder blando a medida que la gente analiza la crisis de Oriente Medio y comienza a darse cuenta de que el poder duro no basta para resolverla», me dijo durante nuestra conversación de dos horas.

Nye puede que incluso tenga un pequeño consejo para Clinton personalmente. Según él, las mujeres líderes tienen muchas más dificultades para ejercer un poder inteligente que los hombres. Eso es particularmente cierto en los Estados Unidos, en parte debido a los mitos machistas que dominan la cultura estadounidense. Como la mayoría de las mujeres líderes clásicas (Margaret Thatcher, Indira Gandhi, Golda Meir), Clinton tuvo que hacer hincapié en el aspecto de la «Dama de Hierro» de su liderazgo porque no podía darse el lujo de que la vieran como «blanda» ante los votantes, dice Nye.

Ahora que está a punto de alcanzar ese poder, quizás pueda dar un paso atrás y aprender una lección del presidente Teddy Roosevelt, quien «personificó» el poder inteligente: hable en voz baja y lleve un gran garrote.