Navegando por su regreso a la oficina: nuestras lecturas favoritas
por Rakshitha Arni Ravishankar

He pasado gran parte de mi vida adulta en transporte público. En la universidad, vivía a más de una hora del campus. En mi primer trabajo, tuve que tomar varios trenes para llegar a la oficina. Hasta 2020, un viaje largo al trabajo formaba parte de mi ritual diario.
Luego llegó la pandemia. Si bien el impacto fue duro en varios frentes, tuve el privilegio de trabajar desde casa. Sin viaje al trabajo significaba que tenía unas horas más para hacer las cosas a mi manera: podía levantarme tarde; tenía tiempo de desayunar de verdad; tenía la libertad de gestionar mis tareas a lo largo del día, en lugar de correr contrarreloj para terminarlas. Tener la capacidad de tomar estas pequeñas decisiones me dio poder.
Cuando las oficinas volvieron a abrir en la India a finales del año pasado, tenía sentimientos encontrados. Por un lado, tenía ganas de ver a mis colegas y hacer nuevos amigos. Por otro lado, la ansiedad de volver a mi rutina anterior —perder hora tras hora en el tren— se apoderaba de mí. Ahora, después de un año trabajando en un híbrido, he adquirido un poco más de perspectiva.
Una encuesta realizada a principios de este año muestra que la razón número uno por la que la gente prefiere el trabajo híbrido es porque les permite evitar los desplazamientos. Los empleados quieren un lugar de trabajo más flexible que valore su bienestar. Pero también sabemos que trabajar desde casa no ha mejorado necesariamente nuestra salud mental. Las investigaciones sugieren que nuestra satisfacción laboral y nuestra salud mental general han seguido deteriorarse en el lugar de trabajo remoto. Este agotamiento puede deberse a que perdamos la conexión humana.
Entonces, ¿cómo le damos sentido a todo esto?
La verdad es que el propósito de «la oficina» está cambiando. Es ya no es solo un lugar de trabajo. Es un espacio para reunirse, conocer gente y colaborar. Nuestros viajes al trabajo cambian de forma sincronizada. Viajar de ida y vuelta al trabajo ya no es un ritual, nosotros debe hacer para ser productivo. Es una forma de dar equilibrio a nuestros días.
Esto es lo que estoy aprendiendo: los viajes al trabajo tienen más potencial del que pensamos. Nuestro tiempo en el tren o en el coche no tiene por qué ser espantoso. Puede ser un espacio para hacer una pausa y nutrirnos — ya sea escuchando un libro, descubriendo un nuevo podcast o simplemente planificando el día que tiene por delante. Compartir el coche también puede ser una forma de socializar con los colegas. O para personas como yo, que son más introvertidas, ir a la oficina puede ser una forma de conectarse con los demás.
Lo más importante es que cómo y cuándo nos desplazamos al trabajo nos ayuda a trazar los límites entre la vida laboral y personal. Podemos separar el trabajo de casa y encender y apagar de una manera más tangible.
Si tiene dificultades con la transición de vuelta a la oficina, estas son algunas estrategias más que le ayudarán a gestionar.
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