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Gestión del riesgo en las decisiones profesionales

por Bill Barnett

Le gusta su puesto actual y le va bien, pero acaba de recibir una oferta de trabajo sorprendentemente atractiva. Es emocionante. Sus amigos dicen que se alegran por usted. Espera aceptar la oferta.

Pero espere un minuto. Supongamos que si acepta esa oferta, pasará a una nueva función (o a un nuevo sector) y entrará en una cultura muy diferente. Tendrá que moverse al otro lado del país y habrá más viajes de negocios.

¿Debería dar el paso? ¿Debería hacer una gran apuesta o ir a lo seguro?

Cualquier nueva oferta de trabajo es una oportunidad. Pero la oportunidad conlleva un riesgo. Decidir si aceptar el nuevo puesto o quedarse donde está es una decisión difícil. ¿Y si no funciona?

Estos riesgos prevalecen en cualquier decisión profesional, especialmente en las que afectan a su seguridad financiera y vida personal. Tenga en cuenta el riesgo de crear su propia empresa. Eso es lo que hizo Brian, de 34 años. (Se han cambiado todos los nombres.) Dejó su trabajo seguro y bien remunerado y vivió de sus ahorros para fundar una empresa de alimentos cuyos productos orgánicos sabrosos pero bajos en calorías mejoraran la dieta.

Brian pensó brevemente en crear su empresa por las noches y los fines de semana sin renunciar a un cheque de pago normal. Podría analizar el agua antes de hacer todo lo posible. Era seguro, pero pensaba que no funcionaría.

Tenía que dar el paso completo. Sabía que quería que los inversores se comprometieran. Si quería que emitieran un cheque, tenía que hacerlo hasta el final. No podría contratar empleados si no me comprometiera plenamente. Y si presentara mi producto a los compradores de un minorista, ellos también estarían haciendo un acto de fe, así que tenía que comprometerme plenamente con ellos.

La gran apuesta de Brian resultó ser una buena elección. Creó una empresa exitosa y la vendió a un precio atractivo.

Pero las grandes apuestas no son para todo el mundo. A los 37 años, el vicepresidente sénior corporativo James estaba completando un proyecto de reducción de costes de dos años que eliminaría su puesto en la empresa. No podía llevar una nueva filosofía basada en los costes y proteger su propio puesto de responsabilidad cuando ya no lo necesitaba.

James consideró sus opciones. Habló con consultores de gestión y firmas de capital privado, campos en los que había trabajado una década antes. Habló con otras empresas de su sector. Al final, decidió ocupar un puesto más pequeño en su empresa.

James tenía tres motivos para dar el paso a la baja, todos relacionados con la reducción del riesgo. Se preguntaba si realmente tendría éxito en volver a las trincheras con la intensidad del día a día y los viajes que el capital privado o la consultoría requerían. Se preguntaba si trabajaría bien con la gente de otras empresas de su sector. «Es la gente», dijo, «saber que apoyaba a la gente que me apoyaba».

Por último, todos estos trabajos requerían una mudanza. Se había divorciado el año anterior y sus dos hijos pequeños vivían en la ciudad con su madre. No estaba seguro de cómo se desarrollaría su relación con sus hijos si se mudaba.

James concluyó: «Es más seguro quedarse. Aunque no quisiera, sería mejor que redactara mi nuevo mensaje a partir de ahí». Aplazó un gran compromiso y decidió tomarse un tiempo para reflexionar. Las cosas cambiarán. Puede que ascienda en su empresa actual. Sabrá más sobre su relación con sus hijos. En algún momento, revisará su estrategia.

Hay ocasiones en las que una gran apuesta tiene sentido. Hay ocasiones en las que no. Y sea cual sea la ocasión, las personas tienen diferentes actitudes ante el riesgo. Si se enfrenta a una gran elección, haga tres preguntas:

1. ¿La oportunidad requiere el compromiso?

Las grandes apuestas pueden crear la mentalidad necesaria para triunfar. Las situaciones de hundirse o nadar son energizantes. Con grandes aspiraciones, la cautela puede ser más arriesgada que dar el paso. Y las personas que asumen riesgos pueden atraer el apoyo de otros.

Brian sabía que sus perspectivas eran mayores si hacía todo lo posible. Esperaba dar forma a su futuro y para ello se necesitaba un compromiso total. Si hubiera creado la empresa a tiempo parcial, puede que no le hubiera ido bien y le habría quitado energía a su trabajo diario.

2. ¿Puede aceptar el riesgo?

Tanto James como Brian se enfrentaron al riesgo de fracaso y al riesgo personal, pero reaccionaron de manera diferente. A James le preocupaba fracasar en los nuevos puestos. Quedarse en su empresa con un puesto reducido era seguro; sería vicepresidente con la paga y el prestigio asociados. En su etapa de la vida, también consideró su relación con sus hijos.

Brian sabía que la mayoría de las nuevas empresas fracasan, pero no dedicó tiempo a ello. Su trabajo actual estaba bien, pero no tan bueno como para que le preocupara por dejarlo.

3. ¿Existe un plan de contingencia?

Si el negocio no funcionaba, Brian supuso que podría encontrar otro buen trabajo. Siempre había sido capaz de hacerlo. James sabía que estaba a salvo por el momento y que podría volver a evaluarlo más adelante, una vez que tuviera una mejor idea de cómo estaba progresando su vida personal y profesional.

Los compromisos grandes y difíciles de cambiar pueden dar forma a su entorno y aumentar sus perspectivas de éxito. Pero esos grandes compromisos suelen conllevar una probabilidad de fracaso. No deje que las cosas sigan su curso y espere lo mejor. Gestione ese riesgo evaluando la oportunidad, su situación y lo que puede hacer si las cosas no funcionan.