Gestionar las emociones difíciles en el trabajo: nuestras lecturas favoritas
por Vasundhara Sawhney

Hace diez años, en lo que podría haber sido una noche de viernes perfecta, mi jefe me avergonzó delante de todo mi equipo.
«¿No es algo de lo que hablamos hace unos meses? ¿Por qué no se siguió el protocolo?» gritó.
Estábamos hablando de un proyecto crítico que me obligaba a seguir uno de nuestros flujos de trabajo más recientes. Mis subordinados directos apartaron la mirada avergonzados (o se quedaron mirando en silencio).
Enfadado y humillado, me excusé de la reunión y corrí hacia el ascensor. Hice el viaje cinco pisos hasta el aparcamiento. Luego me senté en mi coche y lloró.
Un gerente me dijo una vez que la forma en que gestionamos nuestras emociones en el trabajo, especialmente los negativos, es una muestra de nuestra profesionalidad. Llorar, pensé, debería evitarse a toda costa.
Fue un día terrible, pero desde entonces, me he vuelto un poco más mundano. He observado cómo otras personas gestionan sus sentimientos en situaciones difíciles y me he enterado de que mis suposiciones originales eran erróneas.
Lo he aprendido llorando, o mostrando alguna emoción fuerte en el trabajo, puede ser un arma de doble filo. Si bien puede resultar incómodo ser vulnerable en este momento, cuando somos honestos y abiertos con respecto a nuestros sentimientos, nos hacemos más humanos con las personas que nos rodean. Nuestras emociones no son algo por lo que debamos avergonzarnos. Para bien o para mal, no podemos comprobarlos en la puerta en el momento en que entrar en una oficina.
Piénselo: sonreímos cuando un colega elogia nuestras habilidades de presentación. Nos entristece perder un cliente. Nos entusiasma lograr nuestros objetivos. Nos aburren las reuniones interminables. Según un estudio, las emociones más comunes que se experimentan en el trabajo son las difíciles: frustración, nerviosismo, enfado y disgusto.
Aun así, sigue existiendo un estigma en torno a compartirlos (especialmente para las mujeres). Llorar se interpreta como «debilidad». El enfado indica que está «desquiciado». Y la frustración se considera con demasiada frecuencia «inapropiada».
Entonces, ¿qué hará la próxima vez que se le presente una sensación difícil en el trabajo?
Lecturas recomendadas
Gestionar a un colega al que no le gusta
de Ruchira Chaudhary
Una de las situaciones más difíciles a las que se puede enfrentar como nuevo gerente es tener un subordinado directo que tenga sentimientos negativos hacia usted. Estas son las formas de gestionar la situación.
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Es normal experimentar emociones en el trabajo: frustración, enfado, miedo, emoción. Pero la forma en que gestione esos sentimientos puede contribuir en gran medida a crear un clima laboral sólido y a motivar a su equipo.
¿Como lo que ve? Este artículo está adaptado de nuestro boletín semanal.
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