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Inteligencia emocional

Los grandes equipos necesitan inteligencia social, igualdad de participación y más mujeres

por Cass R. Sunstein, Reid Hastie

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En los deportes, algunas personas son famosas por «hacer que otros jugadores sean mejores». Magic Johnson, el gran jugador de baloncesto y ganador de cinco campeonatos de la NBA, no solo fue un gran goleador, pasador y reboteador, sino que también transformó a sus compañeros de equipo, algunos jugadores normales, en estrellas. Al principio de su carrera, Michael Jordan era conocido por ser grande, quizás incluso el mejor de los grandes, pero sus equipos simplemente no ganaban. La gente se preguntaba si alguna vez podría ganar un campeonato, porque «no era un jugador de equipo».

En los negocios, se piensa que algunas personas son como el joven Michael Jordan, superestrellas individuales que, aparte de sus propias habilidades, no aportan mucho a los esfuerzos de equipo. Pero hay otros, como Magic Johnson, de los que se cree que hacen que sus compañeros de equipo sean mejores. ¿Es posible decir algo sobre qué tipo de persona mejora el rendimiento de todo un grupo o equipo? ¿No algo impresionista, intuitivo y anecdótico, sino algo que realmente se base en pruebas? Están empezando a surgir respuestas intrigantes que incluyen algo llamado «Factor C»

Los científicos sociales han descubierto un factor estadístico que refleja la forma en que las personas realizan un gran número de tareas cognitivas; este factor se denomina a veces «inteligencia general» (también conocido como «factor G»). Una conclusión obvia es que los grupos deben buscar personas que tengan algo así como inteligencia general. Con respecto a las diversas medidas de la capacidad cognitiva, hay una conclusión coherente en los estudios de muchos grupos pequeños diferentes: el coeficiente intelectual promedio se correlaciona con la mejora del rendimiento de los grupos.

Pero un factor podría ser incluso más importante que el coeficiente intelectual, y se ha identificado en estudios de un grupo del Centro de Inteligencia Colectiva del MIT. Estos investigadores se preguntaban si podría haber algún método para evaluar la capacidad de resolución de problemas de un equipo en relación con muchos tipos de problemas intelectuales y sociales. Realizaron dos pruebas a gran escala en grupos de 2 a 5 miembros, resolviendo problemas como una lluvia de ideas, respondiendo a las preguntas de los tests de coeficiente intelectual, resolviendo dilemas morales e incluso jugando a las damas.

Su principal conclusión es que tres medidas individuales se combinaron en una útil medida del coeficiente intelectual colectivo, a la que llamaron factor C. En primer lugar, la media de las puntuaciones de los miembros en una prueba de percepción social predijo un mayor rendimiento de los equipos. Cuando hace el examen, se le muestran una serie de fotos de los ojos de otra persona y se le pide que juzgue qué emoción experimenta la persona de la foto (por ejemplo, juguetona, irritada, aburrida). Es una prueba muy utilizada llamada «Prueba de lectura de la mente en los ojos».

Un segundo factor fue la desigualdad de participación o la tendencia de unos pocos miembros a dominar el debate. Cuanto más dominen unos pocos miembros el debate, peor será el desempeño del equipo.

Por último, el número de mujeres en el equipo pronosticó positivamente el rendimiento. Había una relación directa entre el porcentaje de mujeres miembros y el desempeño. No se trataba simplemente de un «factor de diversidad», sino que cuantas más mujeres, mejor era el desempeño. Otras investigaciones apoya esta conclusión.

Quizás la conclusión más sorprendente sea que la medida del factor C —las tres medidas juntas— predicía más el rendimiento del equipo que las medidas de inteligencia convencionales. El coeficiente intelectual promedio y el coeficiente intelectual más alto no se correlacionaron con el rendimiento del equipo ni de cerca como el factor C.

Sin duda, debemos tener cuidado de no sacar conclusiones extravagantes. Las mujeres también son siempre mejores que los hombres en diversas pruebas de percepción social y juicio social (como la «prueba de leer la mente a los ojos»), y puede que sea la percepción social, y no el género como tal, la responsable de algunos de los hallazgos. Y en este momento, es difícil identificar exactamente qué es lo que subyace a la alta correlación entre el factor C y el rendimiento en las tareas de resolución de problemas. Lo que parece más importante es la capacidad de los miembros individuales de cooperar entre sí y coordinar su desempeño.

Está claro que grupos sabios debería prestar mucha atención a las habilidades sociales, incluida la capacidad de participar y escuchar, a la hora de seleccionar el personal y diseñar normas sociales para el desempeño del equipo. Una fuerte preferencia por trabajar en equipo, especialmente cuando está relacionado con las habilidades sociales, es un buen indicador, al igual que la capacidad de leer los estados emocionales de otras personas.