Para un gran liderazgo, despeje la cabeza
por Joshua Ehrlich
Hacer las cosas está sobrevalorado. Saber a dónde va y cómo llegar — estrategia — lo es todo. Pero muchos directivos siguen dedicando demasiado tiempo a hacer y no hay suficiente tiempo para pensar. Su primer desafío es aprender a detener la acción.
Pero centrarse y pensar en el panorama general no es tan simple como reservar tiempo y apagar sus dispositivos. Se trata de gestionar su atención, o lo que yo llamo «cambio de mentalidad».
Una vez entrené a un ejecutivo que tenía un gran potencial por la vía rápida, con un carisma, un impulso y una capacidad analítica tremendos. Y aunque a Deirdre se le daba muy bien la ejecución, tenía problemas cuando asumía la responsabilidad de la dirección de su negocio, a menudo disperso y estresado por la cantidad de trabajo. Para dejar su hábito transaccional, le sugerí las cinco reglas siguientes.
Elimine los obstáculos. Para Deirdre (y muchos otros directivos), su mayor obstáculo era intentar hacerlo todo ella misma. No solo aprendió a decir «no» a las tareas administrativas y a las reuniones innecesarias, sino que también empezó a pedir ayuda a su equipo cuando la necesitaba. Descubrió que, para confiar y delegar, necesitaba crear un equipo más fuerte, lo que se convirtió en su prioridad general y estratégica. Al liberarse del atractivo de los detalles, pudo empezar a alejarse, es decir, a mirar hacia adelante y de par en par a la estrategia de su equipo.
Silencia el ruido. Cuando Deirdre empezó a tomarse un momento de tranquilidad, su concentración se hizo más clara. La respiración consciente la ayudaba a calmar las distracciones internas: cada mañana se sentaba cinco minutos con la intención de centrarse en su respiración. Cada vez que su mente empezaba a divagar, volvía suavemente su atención a su flujo de respiración. Con la práctica, ella atención plena centrada en el presente mejorado. La atención plena ayuda a los líderes a resolver los problemas de forma más creativa y a aprender de forma más rápida y flexible (consulte La investigación de Ellen Langer en Harvard). La atención plena también le ayuda a tolerar la ansiedad y las molestias, lo que ayudó a Deirdre a escuchar más activamente y a correr riesgos personales. Empezó a leer de manera más amplia y a exponerse asistiendo a conferencias y estableciendo contactos.
Percolar. Piense en la última vez que tuvo una gran idea. ¿Llegó cuando estaba bajo presión? Lo más probable es que haya llegado cuando le dio tiempo a gelificarse. Deirdre comenzó a escribir un diario y a reflexionar sobre sus ideas durante los próximos meses. Y cuando se dio cuenta de que la reflexión —si bien esencial— podía ser potencialmente autoengañosa, contrató a un grupo diverso de mentores, compañeros y directores sénior para que la ayudaran a desarrollar sus ideas.
Aclare su mensaje. La mitad de la batalla con el pensamiento estratégico consiste en transmitir su visión (hacia dónde quiere llevar su negocio) y transmitirla con claridad. No tiene que ser grandioso, solo lo suficientemente convincente como para alinear la energía y la atención de su equipo. Deirdre practicó la comunicación de su visión con sus colegas y mentores. Pidió muchos comentarios y aclaró su mensaje en función de lo que la gente había oído.
Siga reflexionando y ajustándose. Además de ser clara, una estrategia debe ser eficaz. Si su estrategia está fuera de lugar, no dude en cambiar de rumbo. Deirdre reformuló el fracaso como una oportunidad de aprender. Se acostumbró a reflexionar periódicamente sobre los datos disponibles para comprobar si su estrategia seguía funcionando. Con el tiempo, se concentró y sus ajustes se hicieron más precisos.
Centrarse en el panorama general de su empresa no es tarea fácil, pero aumentar la atención y la reflexión puede ayudarle a transmitir y ejecutar su estrategia de liderazgo. Por supuesto, es posible que algunos o todos estos consejos no funcionen para todo el mundo. Encuentre lo que funcione y siga puliéndolo.
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