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Cultura de la organización

Columna: Cultive una cultura de confianza

por Rosabeth Moss Kanter

Una diferencia entre ganadores y perdedores es la forma en que gestionan las pérdidas.

Incluso para las mejores empresas y los profesionales con más talento, los largos historiales de éxitos están salpicados de resbalones, caídas y pequeños cambios. Incluso el equipo que gane el partido puede cometer errores, perder el balón y quedarse atrás durante una parte. Por eso es tan importante la capacidad de recuperarse rápidamente y volver a su rumbo.

Los problemas están en todas partes. Las sorpresas pueden caer del cielo como cenizas volcánicas y parecen cambiarlo todo. Las nuevas empresas pueden empezar con grandes promesas y aun así enfrentarse a obstáculos inesperados, retrasos imprevistos y críticas que aparecen en el momento equivocado. Por eso acuñé la Ley de Kanter: «Cualquier cosa puede parecer un fracaso en el medio».

Los problemas están en todas partes. Las sorpresas pueden caer del cielo como cenizas volcánicas y parecen cambiarlo todo.

Nada tiene éxito durante mucho tiempo sin un esfuerzo considerable y una vigilancia constante. Las rachas de victorias terminan por razones predecibles: las estrategias siguen su curso. Surge una nueva competencia para enfrentarse al líder del sector. Las ideas se vuelven polvorientas. La tecnología avanza. La autocomplacencia se instala y hace que las personas sientan que tienen derecho al éxito en lugar de estar motivadas a trabajar por él.

Por lo tanto, un factor clave en los grandes logros es recuperarse de los puntos más bajos. Los ganadores a largo plazo suelen enfrentarse a los mismos problemas que los perdedores a largo plazo, pero responden de manera diferente, como descubrí en la investigación de mi libro Confianza. Comparé empresas y equipos deportivos con rachas largas de victorias y derrotas, y luego observé cómo los líderes lideraban los cambios de rendimiento bajo a alto.

Considere primero las patologías de perder. Perder produce la tentación de comportarse de maneras que dificultan la recuperación con la suficiente rapidez, e incluso podría empeorar la situación. Por ejemplo, entrar en pánico y echar a perder el plan de juego. Luchando por protegerse y abandonando al resto del grupo. Ocultar los hechos y esperar que las cosas mejoren por sí solas antes de que alguien se dé cuenta. Negar que haya algo que aprender o cambiar. Utilizar el declive como excusa para permitir que las instalaciones o las inversiones se deterioren.

La cultura y el sistema de apoyo que rodean a las personas con alto rendimiento les ayudan a evitar estas tentaciones. Pueden poner los problemas en perspectiva porque están preparados para ellos. Ensayan mediante la práctica y la preparación diligentes; siguen siendo disciplinados y profesionales. Sus líderes ponen los hechos sobre la mesa y revisan lo que salió bien o mal en la última ronda, para apuntalar los puntos fuertes y determinar los puntos débiles y fomentar la responsabilidad personal por las acciones. Hacen hincapié en la colaboración y el trabajo en equipo (objetivos comunes, el compromiso con una visión conjunta, el respeto y el apoyo a los miembros del equipo, de modo que cuando alguien deja caer la pelota, otra persona esté ahí para recogerla) y la responsabilidad de ser mentores, para que los que mejor desempeñen aumenten las capacidades de todos. Buscan ideas creativas para mejorar e innovar, y favorecen el diálogo generalizado y la lluvia de ideas.

La resiliencia no es simplemente una característica individual o un fenómeno psicológico. El sistema circundante lo ayuda o lo impide. Los equipos que están inmersos en una cultura de responsabilidad, colaboración e iniciativa tienen más probabilidades de creer que pueden capear cualquier tormenta. La confianza en sí mismos, combinada con la confianza mutua y en la organización, motiva a los ganadores a hacer el esfuerzo adicional que puede proporcionarles el margen de victoria.

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La lección para los líderes es clara: construya las piedras angulares de la confianza (responsabilidad, colaboración e iniciativa) cuando los tiempos sean buenos y los logros lleguen fácilmente. Mantener una cultura de confianza como seguro contra las inevitables recesiones. Y aunque nadie debe buscar el fracaso deliberadamente, recuerde que actuar bajo presión (la habilidad de mantener la calma, aprender, adaptarse y seguir adelante) separa a los ganadores de los perdedores.