Una herramienta que traza las diferencias culturales
por David Champion
Entender las diferencias culturales no es fácil, incluso cuando ha vivido en muchos países diferentes (divulgación: soy británico, crecí en el sudeste asiático, viví y trabajé en Suiza y los Estados Unidos, y ahora vivo y trabajo en Francia). Justo cuando piensa que tiene una cultura clavada, ocurre algo que su modelo mental no predijo.
Los estadounidenses, famosos en todo el mundo por su franqueza y franqueza, tienen dificultades cuando se trata de dar comentarios contundentes, incluso cuando son necesarios. Los franceses, por otro lado, que son famosos por su insistencia en los buenos modales (simplemente sienta la sensación cuando se olvide de decir bonjour a su panadería), deléitese con sus duras críticas. Paradojas como esta aparecen todo el tiempo y, obviamente, son una buena fuente de anécdotas. Pero en un mundo empresarial que se basa cada vez más en fuerzas laborales y equipos que mezclan culturas, también son recetas para el fracaso.
Erin Meyer, una estadounidense (de Minnesota) en París que entrena a ejecutivos en la gestión de cambios profesionales transculturales y que enseña en el INSEAD de Fontainebleau, tiene una teoría al respecto malentendus. El problema, ella argumenta, es que la mayoría de la gente tiende a hacer hincapié solo en una o dos, como máximo tres, dimensiones de la diferencia cultural cuando se trata de analizar y predecir el comportamiento de los extranjeros.
Pero las culturas difieren en muchas más de las tres dimensiones, por lo que cuantas más dimensiones tenga en cuenta, menos probabilidades tendrá de tropezar con una paradoja cultural. Podrá decirle al nuevo entrenador francés que baje el tono de las críticas a sus subordinados estadounidenses antes de que los moleste.
El problema, por supuesto, es que es cognitivamente difícil para nosotros mantener más de tres dimensiones de comparación en la cabeza a la vez. Es más, tendemos a perder de vista el hecho de que lo que importa son las diferencias relativas, no las absolutas. La mayoría de las culturas considerarían que los brasileños son muy relajados con respecto a la puntualidad, por ejemplo, pero los propios brasileños tienden a tener dificultades para adaptarse a las nociones del tiempo aún más informales de los indios.
Así que Meyer desarrolló una herramienta que nos ayudaba a navegar por el campo minado cultural de manera más sistemática. Identificó ocho dimensiones que, según su experiencia y sus investigaciones, parecen captar la mayoría de las posibles diferencias entre las culturas, y calificó una amplia muestra de países en función de estas dimensiones. A continuación, puede ver en qué se diferencian determinados pares de países en estas ocho dimensiones, dónde es más probable que se produzcan los problemas con cada par y qué puede hacer para mitigarlos.
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