Un llamado a la valentía
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Han pasado cinco años desde el fin oficial de la Gran Recesión, pero la economía estadounidense sigue rezagada. Es cierto que los beneficios corporativos están sanos y el mercado de valores se ha disparado, pero la mayoría de los estadounidenses no participan en la recuperación. En «Ganancias sin prosperidad», William Lazonick señala a un culpable fundamental: la creciente tendencia de asignar los beneficios corporativos a la recompra de acciones.
Lazonick, profesor de economía en la Universidad de Massachusetts en Lowell, ha realizado un estudio sobre las empresas del S&P 500 que cotizaron en bolsa entre 2003 y 2012. Demuestra que durante ese tiempo utilizaron el 54% de sus ganancias (un total de 2,4 billones de dólares) para volver a comprar sus propias acciones. Un 37% adicional se destinó a dividendos. Esto, según él, dejó poco para invertir en sus capacidades productivas, y mucho menos para aumentar los salarios de sus empleados. Lo que se necesita, dice Lazonick, es «coraje en Washington», para frenar las recompras de acciones y los salarios de los ejecutivos, y fomentar la formación de capital productivo.
Su artículo es el último de los esfuerzos de HBR por publicar ideas destinadas a mejorar la competitividad de las empresas estadounidenses (y mundiales) y arreglar un sistema financiero que nos decepcionó durante la reciente recesión. Sigue a un par de artículos de la edición de junio, uno de Clayton Christensen y Derek van Bever, el otro de Gautam Mukunda—que en conjunto plantearon la pregunta «¿Los inversores son malos para los negocios?» Mukunda intentó demostrar que la creciente influencia del sector financiero en realidad está desestabilizando la economía, mientras que Christensen y van Bever sostuvieron que las herramientas que se utilizan habitualmente para guiar las inversiones están frustrando la prosperidad a largo plazo.
La acción del gobierno sería una respuesta a todas estas críticas, pero no es la única. Como Dominic Barton, director gerente global de McKinsey y defensor de una visión corporativa a largo plazo, escribió en la HBR de marzo de 2011, «Los líderes empresariales de hoy se enfrentan a una opción: podemos reformar el capitalismo o podemos dejar que se reforme el capitalismo por nosotros, mediante medidas políticas y las presiones de un público enfurecido».
Con este espíritu, invitamos a los lectores y colaboradores a continuar el diálogo y a proponer cambios en un sistema que no funciona.
Adiós Ignatius, Editor en jefe
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