No subestime el poder de la autorreflexión
por James R. Bailey, Scheherazade Rehman

Empatía, comunicación, adaptabilidad, inteligencia emocional, compasión. Todas estas son las habilidades que necesita para prosperar en el lugar de trabajo y convertirse en un gran líder. Una y otra vez, incluso nos enteramos de que estas capacidades son la clave para hacerse indispensable, no solo ahora sino en el futuro lejano. Las habilidades sociales, al fin y al cabo, son las que nos hacen humanos y, por lo que sabemos, tecnologías como la inteligencia artificial no pueden desempeñarlas bien.
Aun así, una competencia de la que a menudo se habla menos es la reflexión. Las investigaciones muestran que hábito de reflexión puede separar a los profesionales extraordinarios de los mediocres. Nos atreveríamos a argumentar que es la base de la que provienen todas las demás habilidades sociales.
La práctica en sí misma tiene que ver con aprender, mirar hacia atrás (sin prejuicios ni arrepentimientos) para contemplar su comportamiento y sus consecuencias. Requiere sentarse consigo mismo, tomarse un momento honesto para pensar en lo que ocurrió, lo que funcionó, lo que no, lo que se puede hacer y lo que no. La reflexión requiere coraje. Es reflexivo y deliberado. Estar en «lo más alto de su juego» solo llega cuando usted extraer de su pasado cómo abordar el futuro.
Para obtener todos sus beneficios, debe hacer de la reflexión un hábito. Pero no es sencillo. Preguntas genéricas como «¿Qué es lo que agradezco hoy? ¿Qué aprendí? ¿Qué podría haber hecho mejor?» suelen ser demasiado generales para ser útiles.
Entonces, ¿sobre qué debería reflexionar? Suceden al menos 1000 cosas a lo largo de la semana. ¿Cómo clasifica las experiencias que son más importantes para su desarrollo? En pocas palabras, ¿cuáles de las miríadas de cosas que han pasado por su vida son dignas de ser examinadas?
Lo que dicen nuestras investigaciones
Para responder a estas preguntas, pedimos a 442 ejecutivos que reflexionaran sobre las experiencias que más promovieron su desarrollo profesional y tuvieron el mayor impacto en convertirlos en mejores líderes.
Sus respuestas fueron genuinas. Revelaron historias embarazosas, fiascos abyectos, meteduras de pata irreflexivas, errores de juventud y decisiones negligentes, pero también decisiones inteligentes, logros vertiginosos e interacciones significativas. En general, sus reflejos eran modestos y se sentían profundamente.
Procesamos estas reflexiones mediante el programa de análisis de textos NVivo, un potente software que se utiliza en campos como la sociología y la educación, para detectar temas sentimentales entre las historias presentadas. También pedimos a los estudiantes de doctorado que codificaran las historias según los sentimientos. Como último paso, los profesores de administración revisaron la precisión de esa codificación.
De nuestro análisis surgieron tres temas distintos: la sorpresa, la frustración y el fracaso. Las reflexiones que involucraron uno o más de estos sentimientos demostraron ser las más valiosas para ayudar a nuestros líderes a aprender y crecer en sus carreras.
¿Qué significaba sorprenderse, frustrarse y fracasar en este contexto?
Sorpresa
Muchas cosas nos sorprenden, pero en nuestro estudio, la mayoría de los líderes se conmovieron por momentos que hicieron descarrilar con creces sus expectativas. Un participante expresó su «conmoción» por el hecho de que un colega respetado y ecuánime se arruinara por un tema menor. Otro se sorprendió cuando se rechazó una solicitud razonable. Y otra afirmación de «conmoción» cuando la cuota de mercado de un servicio comprobado cayó.
Sus experiencias reflejaron esta verdad fundamental: como seres humanos, tendemos a hacer hipótesis ingenuas sobre lo que pasará después basándonos en lo que ya ha ocurrido. Como parte de nuestra naturaleza cognitiva, utilizamos la lógica y la razón para «describir, explicar, predecir y controlar» para proyectar una apariencia de poder sobre lo que sucede en nuestras vidas.
Cuando nos equivocamos, nos sorprendemos, y vale la pena reflexionar sobre los errores, las faltas de juicio y las suposiciones erróneas.
Fracaso
Esto me lleva al siguiente sentimiento: fracaso. Si bien la sorpresa puede mantenerse interna, muchos de los participantes asociaron el fracaso con cometer un error visible para las masas. Un líder compartió un recuerdo de cómo participar demasiado en la «política organizacional» hizo que un programa que dirigía fracasara. Se lamentó: «Me equivoqué, a lo grande. Me centré en la idea, pero no en los detalles. Tenía que ser mío. Fue doloroso, pero no volví a cometer ese error».
El fracaso, entonces, es a menudo conductual y se manifiesta como un error. La buena noticia es que todos cometemos errores. Los errores proporcionan pruebas sin procesar de lo que debemos no hacer en el futuro. Los errores nos permiten aprender por «ejemplo negativo», también conocido como» aprendizaje erróneo.» Se ha escrito mucho sobre el valor del fracaso como una experiencia de aprendizaje porque es temporal. Naturalmente, no podemos aprender si no nos tomamos el tiempo para detenernos y reflexionar intencionalmente.
Frustración
La frustración se produce cuando se critica nuestro análisis minucioso. O alguien estaciona en nuestro espacio, nuestro vuelo se retrasa, nos quedamos atrapados en el tráfico o nuestro ser querido nos recoge tarde. Los líderes que estudiamos expresaron su frustración por cosas como los retrasos internos que amenazaban el lanzamiento de los productos, las desigualdades presupuestarias y las oficinas corporativas que no parecían entender la realidad sobre el terreno.
Los momentos en los que nuestros líderes sentían frustración se convirtieron en oportunidades de crecimiento tras reflexionar. Es decir, oportunidades de mejora, cambio, innovación e incluso de desarrollar otras habilidades sociales, como la comunicación, la resolución de problemas y la paciencia.
Es importante entender que, en la raíz de la frustración, están nuestros objetivos o los objetivos de nuestras ambiciones y esfuerzos. Las metas reflejan nuestros valores y nuestros valores forman la brújula que nos mantiene conectados con nuestro propósito superior en la vida y en el trabajo. Nos frustra cuando nuestros objetivos se ven frustrados y no somos capaces de conseguir lo que queremos, pero superar esa frustración y encontrar otras formas de hacer frente y seguir adelante se traduce en nuestro crecimiento.
Crear un consultorio semanal
Sorpresa, frustración y fracaso. Cognitivo, emocional y conductual. Cabeza, corazón y manos. Estas partes de usted están en constante movimiento y si no les da tiempo para descansar, seguro que lo harán fatiga. Como un músculo, su mente necesita reflexionar para revitalizarse y hacerse más fuerte.
Estas son algunas prácticas sencillas para que comience a desarrollar un hábito de reflexión regular.
1) Lleve un diario.
Cuando se sorprenda, se frustre o fracase, haga una pausa y observe la sensación. En cuanto pueda, anote lo que ha ocurrido con suficiente detalle como para recordar la instancia con la mayor precisión posible. Anote las sensaciones de su cuerpo (estómago agrio, cabeza caliente, impulso de llorar), así como cualquier pensamiento inmediato que se le pase por la cabeza.
Intente identificar el por qué detrás de la emoción. ¿Qué hay del suceso que despertó estos sentimientos en usted? ¿Se descarrilaron sus expectativas? ¿Las cosas no salieron como quería? ¿Cometió un error?
2) Reserve una hora cada semana para revisar sus notas.
No se lo salte. Bloquee la hora de su calendario para evitar otros disturbios.
Puede prepararse para esta reseña fijándose expectativas realistas: va a ser rigurosa y honesta. Puede que incluso sea difícil examinar sus defectos, pero también sepa que no puede mejorar hasta que sepa en qué mejorar.
3) No se limite a volver a leer la entrada de su diario.
Añadir a eso. En retrospectiva, ¿hay cosas de la situación que pueda ver de otra manera? Prepárese. ¿Qué salió mal? ¿Fueron correctas sus observaciones iniciales o revelan algo más que puede haber estado sucediendo, algo que no podía ver en el calor del momento? Intente pensar que es un observador neutral.
Ahora la pregunta es: ¿Cómo puedo asegurarme de que esto no vuelva a suceder? En caso de fracaso, puede que descubra que hay un error del que puede aprender. En caso de sorpresa, puede que descubra que necesita recalibrar las expectativas poco realistas. En caso de frustración, puede que se dé cuenta de que tiene que adaptarse mejor a lo inesperado.
Tenga cuidado con usted mismo. La reflexión —bien hecha, de verdad— es una contusión en el ego. Recuerde siempre que la excelencia se logra tropezando, poniéndose de pie, quitándose el polvo y, luego, tropezando de nuevo. Si estudia esos tropiezos, es mucho menos probable que se caiga en el futuro.
Consejo profesional: Si está buscando más recursos, aquí tiene algunos kits de herramientas de reflexión populares y comprobados que pueden ayudarlo a guiar su práctica de reflexión.
- Ciclo reflectante Gibbs explora las seis etapas de una experiencia: descripción, sentimientos, evaluación, análisis, conclusiones y plan de acción.
- ¿Qué? ¿Y qué? ¿Y ahora qué? son tres etapas de reflexión sobre una experiencia, sus implicaciones y lo que significa para el futuro.
- Ciclo de reflexión integrado tiene cuatro pasos: la experiencia, sus acciones, la teoría pertinente y la preparación para el futuro.
- El marco 5R de la reflexión, la información, la respuesta, la relación, el razonamiento y la reconstrucción es otro conjunto de herramientas.
La reflexión es el funcionamiento ejecutivo. Una reflexión verdadera y valiente impulsa su fuerza de voluntad. Promueve la autoconciencia continua, lo empodera, garantiza que lo valoran y le da la autoconciencia que necesita para alcanzar rápidamente su potencial.
Si usted, como joven profesional, quiere ascender, haga lo que hacen los que tienen éxito. Reflexione sobre la sorpresa, la frustración y el fracaso. Haga que forme parte de su vida.
Va a dar sus frutos.
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