Sí, puede dejar su trabajo sin quemar un puente
por Ron Carucci

La película icónica de la cultura pop Jerry Maguire, de 1996, incluye una escena en la que Dorothy Boyd, interpretada por Renee Zellweger, se levanta de su escritorio, harta de la política de puñaladas por la espalda de su empresa, recoge sus cosas y declara: “¡Sólo quiero inspirarme!”.
Con eso, se marcha.
Aunque todos tenemos momentos que nos llevan al borde de nuestros límites, rara vez nos podemos permitir el lujo de levantarnos y renunciar enfadados como hace la gente en las películas, por muy satisfactorio que creamos que nos sentiría.
Quizá este último año le haya mostrado un lado oscuro de su organización o de su jefe. O le ha hecho desear un sentido más profundo de la finalidad de su trabajo. Tal vez se haya replanteado por completo sus objetivos profesionales y éstos no incluyan desplazarse a una oficina cinco días a la semana.
Si es una de las muchas personas que se plantean dejar un trabajo, pero le preocupa que hacerlo pueda dañar sus relaciones, sus posibles referencias o la buena voluntad que se ha forjado, no está solo. Una encuesta reciente de Microsoft reveló que el 54% de los Gen Zers, y el 41% de todos los empleados a nivel mundial, están considerando dimitir. Con las tensiones a flor de piel a medida que la gente vuelve a los entornos de trabajo presenciales, es natural temer la reacción violenta que podría suponer renunciar.
Suponiendo que haya reflexionado sobre sus opciones y no vea ninguna salida en su trabajo actual, lo que le queda es dar el salto. Esto le resultará mucho más fácil si tiene su próximo empleo en perspectiva, pero incluso si no lo tiene, su salud mental y su bienestar pueden verse mejor preservados por su decisión de marcharse. Aunque no puede controlar cómo reaccionan su jefe o sus compañeros ante su decisión, sí puede controlar cómo se marcha para minimizar cualquier daño no deseado.
No retrase la comunicación a su jefe porque se sienta culpable.
Puede que se sienta inclinado a posponer el anuncio de su decisión porque no quiere agravar el ambiente ya de por sí estresante de su equipo. Pero eso no es bueno para nadie. Si ha decidido que seguir adelante es lo mejor para usted, retrasar su anuncio sólo pone en mayor riesgo su salud mental y emocional.
El peligro aquí es que puede empezar a experimentar sentimientos de culpa y a racionalizar las razones para quedarse, urdiendo escenarios en los que “perseverar un poco más” puede llevar a que su situación mejore. Pero lo que es más probable que ocurra es una acumulación de resentimiento hacia su empresa, jefe y compañeros de trabajo, que los demás acabarán percibiendo. Si su motivación ha disminuido y su mente se desvía de donde está a donde desearía estar, su jefe y su equipo pueden sentirse confundidos por su sensación de distracción o de menor energía.
Es mejor ser franco. La mayoría de los jefes prefieren que les avise con la mayor antelación posible.
Sea amable y firme en su tono, no enfadado ni ambivalente.
Estos últimos 18 meses han revelado sin duda lo mejor y lo peor de los líderes y las organizaciones, y quizá usted haya estado en el extremo receptor de lo peor. Se siente quemado, aprovechado y poco apreciado. Suponiendo que haya hecho todo lo posible por expresar sus necesidades sin cambio alguno, querrá mantener la calma y la serenidad al informar a su jefe.
Lo ideal es tener esta discusión en persona, pero si no, al menos hágala por vídeo para que puedan verse las caras. Empiece yendo al grano con algo como: “Después de pensarlo mucho, he decidido que ha llegado el momento de pasar al siguiente capítulo de mi carrera. Mi objetivo para esta conversación es discutir cómo hacer que la transición sea lo más suave posible para ambos.”
Resista el impulso de expresar enfado o frustración, ya que esto indicará que podría estar dispuesto a cambiar de opinión. Cuando los jefes escuchan emociones fuertes, asumen que aún hay algo que pueden “arreglar”. Un comportamiento tranquilo indica resolución. Al mismo tiempo, recuerde que ser “amable” no significa intentar que su jefe se sienta mejor. Si dice cosas como “Es una decisión realmente difícil” o “Os echaré de menos”, probablemente se interpretará como que se siente inseguro sobre su elección. En su lugar, sea tranquilo y definitivo en su comunicación, sin dejar lugar a malas interpretaciones.
Prepárese para el jefe traicionado.
Algunos jefes tratan la dimisión como un acto de deslealtad. Si intuye que su jefe puede ver su marcha como una traición, o que usted está siendo desagradecido por la “oportunidad que le dieron”, razón de más para seguir adelante. Deje claro que se trata de sus necesidades cambiantes y de sus objetivos profesionales. Evite enviar mensajes que indiquen que su jefe es la razón por la que se marcha (aunque lo sea). Cuando echa la culpa a la persona con la que intenta negociar un final pacífico, corre el riesgo de quemarse junto con el puente. Lo último que quiere es perder una referencia positiva o, peor aún, provocar que su jefe pase a la ofensiva y diga cosas poco amables sobre usted para cubrirse.
Lo mejor que puede hacer es expresar su agradecimiento por la oportunidad que ha tenido y por lo que ha aprendido.
He aquí un ejemplo de una forma respetuosa de anunciar su dimisión. Basándose en la frase inicial anterior, puede continuar diciendo: “Quiero que sepa que estoy agradecido por la oportunidad que me ha ofrecido este trabajo y por los compañeros que he conocido. Idealmente, me gustaría haber terminado para [fecha]. ¿Cómo puedo ser más útil al equipo durante la transición?”.
Es posible que su jefe se muestre frío, dolido o molesto como respuesta. Intente no tomárselo como algo personal: se trata de ellos y no de usted. También es posible que le pidan que se quede más tiempo. En este caso, sea todo lo generoso que pueda para garantizar una transición ordenada, pero fije también una fecha clara para su partida. Si ya tiene otro trabajo previsto, quizá pueda negociar su salida con el responsable de contratación. La gente suele ser flexible cuando se trata de ser útil a los que deja atrás. Si no tiene otro trabajo en cola, no hay nada malo en recibir un poco más de ingresos mientras busca, si su salud mental puede soportarlo.
No deje a sus compañeros en un aprieto.
Puede que haya algunas tareas que no pueda terminar antes de su partida. Ofrézcase a hacer lo que pueda para pasar el testigo. Si ya ha aceptado otro trabajo, ésta es otra buena razón para negociar con su nueva empresa un periodo de gracia más largo que el típico “preaviso de dos semanas”. Hacerlo le dará más tiempo para realizar una transición gradual y para terminar cualquier proyecto pendiente en su actual empleador.
Cuando sea posible, tenga un plan sobre cómo arreglar los cabos sueltos antes de informar a su jefe de su marcha. Querrá que la transición sea lo más fácil posible para quienes tengan que hacerse cargo de las tareas pendientes tras su marcha.
No se responsabilice de los sentimientos de los demás.
Evite intentar controlar todas las respuestas a su marcha. Su jefe puede estar enfadado o dolido. Sus compañeros pueden sentirse abandonados. Pueden hacer comentarios hirientes que le hagan sentirse culpable. Puede mantenerse firme en su decisión sin dejar de ser amable. Si alguien reacciona negativamente a sus noticias, diga algo como: “Entiendo que esté disgustado y siento que se sienta así. Pero espero que llegue a aceptar que necesito hacer lo que es correcto para mí”.
Puede que algunos de sus colegas recapaciten con el tiempo. Otros puede que no. Siempre habrá personas cuyo enfado nazca de la envidia: desearían marcharse justo detrás de usted.
Demuestre amabilidad y empatía con todo el mundo, independientemente de cómo le traten. Si sucumbe a corresponder con desprecio, eso sólo aumentará el riesgo de dejar una estela de daños tras de sí.
Recuerde que su reputación no se basa en una sola decisión.
El distanciamiento de los demás puede hacerle temer un daño permanente a su reputación, sobre todo si ese distanciamiento va acompañado de amenazas veladas de no darle referencias o de inferencias de que su marcha manchará su buen nombre. Pero cualquier futuro directivo para el que merezca la pena trabajar no basará su decisión de contratarle en habladurías.
Su reputación como profesional -independientemente de lo temprano que esté en su carrera- nace del conjunto acumulado de contribuciones y decisiones que ha tomado. La gente decide dejar su trabajo todo el tiempo por muchas razones, y hoy en día se está convirtiendo en algo habitual. Si ha meditado bien la decisión y cree que es lo correcto para usted, manténgala.
Una de las habilidades que tendrá que aprender a lo largo de su carrera es cuidar primero de sí mismo y prestar atención a cuándo se encuentra en entornos que no le permiten dar lo mejor de sí mismo. Demasiadas generaciones anteriores a la suya no tuvieron el valor de renunciar y marcharse, así que renunciaron y se quedaron… en trabajos que les hicieron desgraciados durante años. No deje que la ruptura momentánea de su marcha le impida encontrar el entorno que desea.
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