7 estrategias para una mejor toma de decisiones grupales
por Torben Emmerling, Duncan Rooders

Personal de HBR/Charles Deluvio/Unsplash
Cuando tiene un problema empresarial difícil de resolver, es probable que se lo lleve a un grupo. Después de todo, más mentes son mejores que una, ¿verdad? No necesariamente. Las reservas de conocimientos más grandes no garantizan en absoluto mejores resultados. Debido a una confianza excesiva en la jerarquía, el instinto de impedir la disidencia y el deseo de preservar la armonía, muchos grupos caen en pensamiento de grupo.
Las opiniones erróneas de los expertos pueden distorsionar rápidamente una decisión grupal. Los sesgos individuales pueden extenderse fácilmente por todo el grupo y llevar a resultados que van mucho más allá de las preferencias individuales. Y la mayoría de estos procesos se producen de forma subconsciente.
Esto no significa que los grupos no deban tomar decisiones juntos, pero sí que tiene que crear el proceso correcto para hacerlo. Basándonos en investigaciones en ciencias del comportamiento y de la toma de decisiones y en años de experiencia en aplicaciones, hemos identificado siete estrategias sencillas para una toma de decisiones grupales más eficaz:
Mantenga el grupo pequeño cuando necesita tomar una decisión importante**.** Los grupos grandes tienen muchas más probabilidades de tomar decisiones sesgadas. Por ejemplo, investigación muestra que los grupos con siete o más miembros son más susceptibles al sesgo de confirmación. Cuanto más grande sea el grupo, mayor será la tendencia de sus miembros a investigar y evaluar la información de una manera coherente con la información y las creencias preexistentes. Al mantener el grupo entre tres y cinco personas, un tamaño por el que las personas se inclinan naturalmente cuando interactúan, puede reducir estos efectos negativos y, al mismo tiempo, beneficiarse de varios puntos de vista.
Elija un grupo heterogéneo en lugar de uno homogéneo (la mayoría de las veces). Varios estudios han descubierto que los grupos compuestos por personas con opiniones y creencias homogéneas tienen una mayor tendencia a tomar decisiones sesgadas. Los equipos que tienen puntos de vista potencialmente opuestos pueden contrarrestar los sesgos de manera más eficaz. Sin embargo, el contexto importa. Cuando se trata de completar tareas complejas que requieren habilidades y perspectivas diversas, como realizar investigaciones y diseñar procesos, los grupos heterogéneos pueden superar con creces a los homogéneos. Sin embargo, en las tareas repetitivas, que requieren una forma de pensar convergente en entornos estructurados, como cumplir los procedimientos de seguridad en los vuelos o en la asistencia sanitaria, los grupos homogéneos suelen tener mejores resultados. Como líder, primero tiene que entender la naturaleza de la decisión que va a pedir al grupo que tome antes de formar un equipo adecuado.
Designe a un disidente estratégico (o incluso a dos). Una forma de contrarrestar las tendencias indeseables de pensamiento grupal en los equipos es nombrar un» abogado del diablo.» Esta persona tiene la tarea de actuar como fuerza contraria al consenso del grupo. Investigación muestra que empoderar al menos a una persona con el derecho a impugnar el proceso de toma de decisiones del equipo puede conducir a mejoras significativas en la calidad y los resultados de las decisiones. Para grupos más grandes con siete o más miembros, nombre al menos dos defensores del diablo para asegurarse de que un único disidente estratégico no quede aislado por el resto del grupo como un alborotador disruptivo.
Recopile opiniones de forma independiente. El conocimiento colectivo de un grupo solo es una ventaja si se utiliza correctamente. Para aprovechar al máximo las diversas capacidades de su equipo, le recomendamos recopilar opiniones de forma individual antes de que las personas compartan sus opiniones dentro del grupo más amplio. Puede pedir a los miembros del equipo que registren sus ideas de forma independiente y anónima en un documento compartido, por ejemplo. A continuación, pida al grupo que evalúe las ideas propuestas, de nuevo de forma independiente y anónima, sin asignar ninguna de las sugerencias a un miembro concreto del equipo. Siguiendo un proceso tan iterativo los equipos pueden contrarrestar los sesgos y resistirse al pensamiento grupal. Este proceso también garantiza que la antigüedad percibida, la supuesta experiencia o las agendas ocultas no influyan en lo que el grupo decida hacer.
Proporcione un espacio seguro para alzar la voz. Si quiere que la gente comparta opiniones y participe en una disidencia constructiva, tiene que sienten que pueden alzar la voz sin miedo a represalias. Fomente activamente la reflexión y el debate sobre opiniones, dudas y experiencias divergentes de manera respetuosa. Hay tres elementos básicos necesario para crear un espacio seguro y aprovechar la diversidad de un grupo de la manera más eficaz. En primer lugar, centre los comentarios en la decisión o la estrategia discutida, no en la persona. En segundo lugar, exprese los comentarios como sugerencia, no como mandato. En tercer lugar, exprese sus comentarios de una manera que demuestre empatía y aprecio a las personas que trabajan para lograr su objetivo conjunto.
No confíe demasiado en los expertos. Los expertos pueden ayudar a los grupos a tomar decisiones más informadas. Sin embargo, confianza ciega en las opiniones de los expertos puede hacer que un grupo sea susceptible a los sesgos y distorsionar el resultado. Investigación demuestra que hacer que formen parte de la toma de decisiones puede hacer que el equipo adapte sus opiniones a las del experto o tome decisiones demasiado confiadas. Por lo tanto, invite a expertos a que den su opinión sobre un tema claramente definido y colóquelos como personas ajenas informadas en relación con el grupo.
Comparta la responsabilidad colectiva. Por último, el resultado de una decisión puede estar influenciado por elementos tan simples como la elección del mensajero del grupo. A menudo observamos que una sola persona es responsable de seleccionar a los miembros adecuados del grupo, organizar la agenda y comunicar los resultados. Cuando este es el caso, los sesgos individuales pueden influir fácilmente en la decisión de todo un equipo. Investigación muestra que esas tendencias negativas se pueden contrarrestar de forma eficaz si se asignan diferentes funciones a los diferentes miembros del grupo, en función de su experiencia. Además, todos los miembros deberían sentirse responsable para el proceso de toma de decisiones del grupo y su resultado final. Una forma de hacerlo es pedir al equipo que firme una declaración de responsabilidad conjunta desde el principio, que conduzca a una distribución del poder más equilibrada y a un intercambio de ideas más abierto.
Por supuesto, seguir estos pasos no garantiza una buena decisión. Sin embargo, cuanto mejor sea la calidad del proceso de toma de decisiones y de la interacción entre los miembros del grupo, mayores serán sus posibilidades de lograr un resultado exitoso.
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