Cómo la gente de tipo A puede jugar bien con los demás
por Melissa Raffoni
La gente siempre ha comentado que tengo muchas ganas, del «Tipo A» al T. Me pongo metas personales, gestiono varios proyectos a la vez y corro a la velocidad de la luz. A veces, siento que ya estoy en 2015**.** Pero lo que viene con esta personalidad de alto rendimiento es la tendencia a —digámoslo así— cabrear a la gente o alejarla.
En mi trabajo diario ayudando a los directores ejecutivos a crear culturas ganadoras, he sido testigo de los efectos, positivos y negativos, que los rasgos del tipo A tienen en los demás. Y he discernido tres tendencias conductuales de los artistas de alto rendimiento de tipo A, a las que llamo la maldición de High D. Son la tendencia a dominar, ser exigente, y ser (o aparentar ser) distraído. Si bien acepto las bendiciones de ser del tipo A, ser consciente de mis propios rasgos demoníacos me ayuda a mantenerlos bajo control. Estos son algunos trucos que me han funcionado:
Para dejar de dominar a los demás, cree un plan y cúmplalo. A menudo dominamos o microgestionamos cuando no estamos satisfechos con la calidad del trabajo o el ritmo al que se hace. A veces tenemos prisa y simplemente no tenemos tiempo ni paciencia para escuchar y resolver las cosas con los demás. Tal vez sea solo un hábito. Pero se vuelve disruptivo cuando interrumpimos y le decimos a la gente lo que tiene que hacer.
Para evitar esta tentación, dedico tiempo a preparar reuniones y agendas estructuradas diseñadas para ser participativas. En las reuniones grandes, esto adopta la forma de trabajos recopilados y compilados previamente, preguntas en torno a la mesa o pequeños grupos de trabajo con el objetivo de recopilar comentarios.
La mayoría de nuestros clientes directores ejecutivos apoyan la idea de llevar a sus equipos de liderazgo a sesiones anuales de estrategia o planificación. Cuando les pregunto si considerarían la posibilidad de un facilitador, casi todos dicen que sí. ¿Por qué? Porque reconocen que su tendencia en estas reuniones es dominar la conversación y que la alineación, el compromiso y la motivación no se obtienen mediante la comunicación directiva. Una agenda colaborativa y bien planificada lo obligará.
También puede ser útil practicar cómo sentirse cómodo con el silencio, tanto fuera del trabajo como dentro. Esto minimizará su tendencia a intervenir y arreglar las cosas, lo que sus colegas percibirán mejor y también les dará la oportunidad de hablar.
Para ser menos exigente, céntrese en la empatía. Acepte que es de una raza especial y que la mayoría de las personas no piensan ni se mueven a su ritmo. Practicar el autoconocimiento le ayudará a ser más empático y paciente. Como líder, no querrá preparar a la gente para que fracase. En una relación personal, no querrá que la gente se sienta minimizada. En el trabajo, el verdadero desafío es poner a las personas en las funciones correctas con expectativas alcanzables, de modo que se sientan motivadas e inclinadas a hacer su mejor trabajo. Si su gente se siente sobrepresionada o no tiene éxito, puede que se esté esforzando sin pensárselo dos veces antes de si desempeñan o no las funciones correctas con los objetivos correctos. En lugar de reaccionar o culpar, sea empático y compruebe si necesita ser más responsable. Si son las personas equivocadas, cámbielas, no las golpee y obtenga un resultado negativo.
Cuando pregunto rutinariamente a nuestros clientes directores ejecutivos qué lecciones han aprendido a lo largo de un año determinado, casi todos apuntan a personas equivocadas en las funciones equivocadas y a su incapacidad para corregirlo con la suficiente rapidez. Así que, cuando se sienta demasiado exigente, póngase en su lugar antes de esforzarse más.
Para evitar distraerse, minimice las interrupciones. Si los demás piensan que nunca los escucha ni les presta atención, es hora de hacer algunos cambios. Unas cuantas cosas pequeñas pueden marcar la diferencia. Apague el teléfono o el correo electrónico cuando interactúe con otras personas. Tómese un tiempo para ser personal y cortés: salude, dé las gracias, pregunte cómo estuvo el fin de semana, etc. Estos pequeños gestos demuestran a la gente que se preocupa lo suficiente como para tomarse un tiempo extra para conectarse.
Si tiene problemas para concentrarse, vuelva a evaluar en qué emplea su tiempo. Deje las tareas adicionales que lo vuelvan loco o aburrido. Si bien nuestra reacción precipitada es esforzarnos y hacerlo todo, al final del día, obtendremos mejores resultados si trabajamos en áreas en las que disfrutamos y en las que destacamos.
Estas estrategias requieren disciplina y no siempre son posibles, pero dominarlas fortalecerá sus relaciones laborales y el trabajo en sí mismo.
Dicho todo esto, estoy muy agradecido por los de diabetes tipo A del mundo, pero todos en este club tenemos que esforzarnos por ser más conscientes de nosotros mismos y conscientes. Ya sea en casa o en el trabajo, tenemos que adaptarnos si queremos tener relaciones más ricas y ser mejores directivos.
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