El valor de ser original en una era de imitaciones
por Nina Garcia
Aplaudo mucho el artículo de Robert D. Austin sobre HBR de 2008 «Los altos márgenes y la búsqueda de la coherencia estética». Comprendo que vaya en contra de las tácticas de corte y calidad que, lamentablemente, he visto a tantas empresas recurrir en una época en la que la moda rápida es la norma.
Estoy totalmente de acuerdo con Austin en que no hay sustituto para la calidad y la coherencia. En mis muchos años en este negocio, he descubierto que las empresas tienen muchas más posibilidades de triunfar a largo plazo si mantienen su compromiso con un diseño auténtico y bien pensado.
Son las empresas que tienen integridad y se mantienen fieles a su estética las que, en última instancia, son más rentables. Los que recortan la calidad y optan por diseños de imitación simplemente no sobreviven a largo plazo.
Hoy, más que nunca, las marcas tienen que entender la importancia de un diseño y una narración bien diseñados en el mercado moderno. Ya sea una papelera exclusiva de Vipp o una chaqueta perfectamente confeccionada de Tom Ford, las empresas deben ofrecer productos de calidad que reflejen la estética de la marca. El diseño nunca puede verse comprometido.
He visto que esto adquiere cada vez más importancia a medida que el mundo digital sigue transformando la forma en que interactuamos con el consumidor. Con la capacidad de la tecnología de hacer circular la información a la velocidad de la luz, el ciclo tradicional de seis meses que abarcaba desde la cobertura de las pasarelas hasta la disponibilidad minorista ha quedado completamente borrado. Esto significa que los consumidores no solo ven los productos antes, sino que también los quieren más rápido.
Con esta presión por producir de acuerdo con las demandas del mercado, he visto a las marcas cometer los errores que Austin señala en su artículo: no investigar lo suficiente, reducir la calidad y perder de vista el panorama general.
Como sugiere la «coherencia estética», es crucial hacer hincapié en el diseño y la entrega, incluso en un mercado moderno y acelerado. He visto que superar a la competencia no es solo cuestión de ofrecer el precio más bajo. Las empresas también deben entender que los consumidores quieren productos especiales y bien pensados, envueltos en una experiencia holística desde el punto de descubrimiento hasta el punto de compra.
Es muy posible ofrecer productos dignos de diseño y que sean asequibles. Si las empresas pueden seguir manteniendo su integridad y su compromiso con el diseño, al final todo el mundo saldrá ganando.
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