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Business communication

Desmontando cuatro mitos sobre el silencio de los empleados

por James R. Detert, Ethan Burris, David A. Harrison

Si es como muchos gerentes, se enorgullece de su puerta abierta y de todas las demás formas en las que les indica a los empleados que agradece sus comentarios. Y probablemente crea que está escuchando lo que piensa la mayoría de la gente; al fin y al cabo, los trabajadores alzan la voz en las reuniones, charlan con usted en la sala y lo copian en los correos electrónicos. Bueno, no escucha tanto como cree ni tanto como necesita.

En la última fase de nuestra década de investigación sobre el silencio organizacional, incluimos seis preguntas en la Encuesta Social Nacional anual de Cornell para analizar cómo y cuándo los empleados se detienen. Como era de esperar, se callan cuando tienen miedo de que hablar pueda meterlos en problemas. Pero, sorprendentemente, la razón más común para retener la información es una sensación de inutilidad más que el miedo a las represalias.

En parte porque los empleados a veces alzan la voz, los jefes suelen desconocer la autocensura de sus trabajadores. Se imaginan que escuchan lo que es importante cuando en realidad se encuentran con un silencio que simplemente desconocen. Piense en las veces que ha mantenido la boca cerrada. Probablemente haya habido numerosos casos, aunque en general sea sincero («Hablo mucho, pero no sobre ese tema, en ese entorno o con ese gerente»). La combinación de empleados callados y jefes ajenos entierra las críticas constructivas, sin mencionar la verdad sin adornos. Lo más importante es que evita que las buenas ideas surjan en la organización.

Los datos de los 439 encuestados que trabajan a tiempo completo y no trabajan por cuenta propia nos permiten desmentir cuatro mitos comunes que los gerentes creen sobre el flujo de ideas e información de las bases.

Mito 1

Las mujeres y las empleadas no profesionales ocultan más información que los hombres y el personal profesional porque les preocupan más las consecuencias o es más probable que consideren inútil alzar la voz.

Hay no diferencias estadísticamente significativas entre los trabajadores de diferentes géneros, niveles educativos o niveles de ingresos en cuanto a la probabilidad de mantenerse por miedo o por suposiciones de inutilidad.

Mito 2

Si mis empleados me hablan abiertamente, no se están conteniendo.

El 42% de los encuestados afirman que alzan la voz de forma periódica, pero también ocultan información cuando sienten que no tienen nada que ganar (o algo que perder) al compartir lo que piensan.

Mito 3

Si los empleados no alzan la voz, es porque no se sienten seguros haciéndolo, a pesar de todos mis esfuerzos.

Más del 25% afirma que oculta comentarios sobre los problemas rutinarios y las oportunidades de mejora para no perder el tiempo, no porque tema las consecuencias.

Mito 4

Las únicas cuestiones que los empleados tienen miedo de plantear son las acusaciones graves sobre actividades ilegales o poco éticas.

Alrededor del 20% afirma que el miedo a las consecuencias les ha llevado a retener sugerencias para abordar los problemas comunes y realizar mejoras. Ese silencio sobre las cuestiones del día a día impide que los directivos obtengan la información que necesitan para evitar problemas mayores (de rendimiento y de otro tipo) en el futuro.

Una serie de blogs en blogs.hbr.org/research este mes analizará cada uno de estos cuatro mitos con más detalle, utilizando casos y análisis para explorar formas de dar rienda suelta a las buenas ideas.