Una forma mejor de innovar
por Henry Chesbrough
Reimpresión: F0307A Henry Chesbrough, profesor de Harvard, analiza las últimas medidas de las empresas de vanguardia para recopilar ideas del exterior y beneficiarse de compartir su propia I+D con otros, incluso con la competencia.
En un mundo de abundantes conocimientos, no todas las personas inteligentes trabajan para usted. La próxima gran idea puede surgir de una empresa emergente inconformista o de un investigador que trabaja para una competencia. Para muchas empresas del negocio de la innovación, la respuesta a estas amenazas ha sido dar la vuelta a los vagones con más fuerza aún, ocultando su propio esfuerzo de I+D para evitar que la competencia se robe sus mejores ideas.
Estas empresas están esclavizadas por la obediencia al viejo paradigma de la innovación cerrada: la idea de que la única idea buena viene de dentro, de que «si quiere que algo se haga bien, tiene que hacerlo usted mismo». La innovación cerrada adopta una estrategia de integración vertical y control exclusivo. Durante la mayor parte del siglo XX, este paradigma funcionó y funcionó bien. Basta con pensar en los laboratorios Edison y Bell. Pero este aislacionismo frena cada vez más la innovación. La información fluye ahora de forma barata e instantánea a través de Internet; las personas inteligentes están más dispersas, pero están más estrechamente conectadas que nunca. Las ideas surgen en organizaciones de todo tipo y tamaño, no solo en los grandes laboratorios de investigación. Y los trabajadores del conocimiento tienen cada vez más movilidad y están dispuestos a llevar sus ideas y su talento a cualquier empresa que los desarrolle.
Los experimentos de innovación abierta, que ya se están llevando a cabo en varios sectores, muestran cómo las empresas con visión de futuro aprovechan el poder de las ideas externas.
En este mundo, las empresas deben ser ágiles en la «innovación abierta», es decir, en acceder al conocimiento externo y explotarlo y, al mismo tiempo, liberar su propia experiencia interna para que la usen los demás. No solo pueden beneficiarse de las ideas que obtienen del exterior, sino que también pueden sacar provecho de compartir sus ideas con otros, incluso con la competencia.
Pensemos en la historia de las batallas de Lucent con Cisco por la I+D en telecomunicaciones. Tras la desintegración de AT&T, Lucent heredó la mayor parte de Bell Laboratories y, junto con ello, una gran experiencia en I+D. Haciendo gala de la fuerza de Bell Labs, Lucent lanzó muchos productos nuevos y exitosos. Pero su rival Cisco, que carecía de algo parecido a un Bell Labs, se las arregló para seguir el ritmo de Lucent e incluso, de vez en cuando, lo adelantó en el mercado. ¿Cómo? Escaneó el mundo en busca de empresas emergentes, invirtió en algunas y se asoció con otras, algunas de las cuales adquirió más tarde. De esta manera, Cisco igualó la producción de I+D de quizás la mejor organización de investigación industrial del mundo sin realizar muchas investigaciones internas por su cuenta. Simplemente miraba más allá de sus cuatro paredes.
La siguiente tabla muestra los experimentos de innovación abierta que ya están en marcha en varios sectores para importar ideas innovadoras y exportar capital intelectual. Es demasiado pronto para evaluar el éxito final de estos esfuerzos y otros similares. Pero muestran cómo las empresas con visión de futuro están abriendo sus puertas de par en par, incluso a sus rivales, y aprovechando el poder de las ideas externas.
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